Papel y plástico 3

Oscar Lombana cierra con la publicación de Papel y plástico 3 la trilogía de una exitosa serie cuya primera entrega lleva ya tres ediciones y dos la segunda, todas ellas publicadas en Astiberri, que con su denodado afán recopilatorio y chispeante verbo, continúa siendo destino especial de aquellas personas que actualmente están en la franja de los treinta y cuarenta años o de aquellos, más jóvenes, que heredaron de sus hermanos mayores juguetes, cómics o vieron las reposiciones de las series de televisión o las películas de los años 80 y primeros 90.
El guionista, dibujante y periodista Borja Crespo, también prologuista del libro, tiene claro el poder que tiene el trabajo de Lombana –“un tipo inquieto de talante evocador que ha conseguido reunir cientos, miles de sensaciones, en imágenes coloristas de indudable impacto”– de apelar poderosamente el sentimiento nostálgico del lector: “el olor de la goma de borrar, la plastilina, la Nocilla untada en pan de molde caliente, los juguetes de plástico y los bocadillos de mantequilla con azúcar. Esa electricidad que mueve las conciencias de toda una generación, que necesita alimentarse de la nostalgia, dar de comer a ese Peter Pan interior que no parece querer irse, está también atrapada sobre papel. Su recopilación de objetos fetiche en forma de maravillosos collages, puro arte pop, es una delicatessen impagable, un chute de adrenalina espiritual”.
“Como el perfume de Milán Nata –prosigue Crespo–, que agradece sobremanera nuestra nariz cuando la acaricia, los libros de Papel y plástico, sagrada trilogía, captan la esencia de aquello que soñamos y nos hace sonreír. No hace falta buscar, en una grotesca ardua tarea, los clicks de Famobil, el Spectrum o algún ejemplar polvoriento de la revista Spirou. Está todo aquí, damas y caballeros, antes niños. ¡Esto es la máquina del tiempo más barata jamás soñada!”.
Lombana, su autor, confiesa que ha sido divertido hacer la serie Papel y plástico, “pues yo solía ser el primero en sorprenderme al encontrar algún tesoro perdido, y espero que, modestamente, sirva para transmitir la gratitud de nuestra generación a todos aquellos autores, muchas veces anónimos, que formaron parte de nuestra vida”.