¿Solidaridad o recortes? (El Periódico de Aragón, 23/11/12)

¿Recortes o solidaridad?

Juan Royo

En el siglo IV a. C Aristóteles, en su Moral a Nicómaco (libro quinto, capítulo III), afirmaba "Tan injusto es tratar desigual a los iguales como igual a los desiguales". 
La discapacidad es una barrera, tanto para el discapacitado como para la sociedad. 
Sin embargo, existen discapacidades aceptadas y otras que todavía no lo están. 
La miopía es una de ellas. 
El uso de gafas o lentillas permite saltar dicha barrera. 
De esta manera, los miopes podemos realizar tareas cotidianas lo que nos habilita para un desarrollo personal y profesional. 
Y crear valor para el conjunto de la sociedad. 
Una silla de ruedas puede significar la diferencia entre encontrar trabajo o no. 
O entre constituir una empresa (y generar riqueza: contratar trabajadores, comprar productos a proveedores, aportar satisfacción a tus clientes) o permanecer encerrado en tu domicilio. 
Otras discapacidades, como las intelectuales, siguen sin hacerse visibles ante la sociedad. Y que esta visibilidad redunde en beneficio de todos, discapacitados o no. 
Para destruir las barreras que aún permanecen es necesario comenzar su demolición desde sus inicios. En la infancia.
Todos nos rasgamos las vestiduras cuando oímos los datos de nuestro sistema educativo, a la cola de Europa en todas las clasificaciones habidas y por haber. 
Todos miramos con envidia a otros países. 
No hace falta citarlos. 
La lista es demasiado larga. 
La escuela inclusiva es un oasis basado en la diversidad. 
La crisis económica, consecuencia de esa gran borrachera del despilfarro, de exposiciones interestelares e infraestructuras faraónicas, de reinos de taifas y de caciques, ha desembocado en una crisis de confianza. 
Los empresarios no se fían de los trabajadores ni éstos de aquellos. 
No lo hacen los maestros de los alumnos ni los padres de los profesores. 
Y la sociedad tampoco se fía de sus dirigentes. 
La falta de confianza se ve acrecentada cuando sospechamos que el buenismo imperante entre muchos de nuestros líderes puede enmascarar otras intenciones.
La Universidad de Zaragoza se saca ahora de la manga un Plan de Actividades Solidarias que, en connivencia con la oenegé Save the Children y el Departamento de Educación del Gobierno de Aragón, quiere introducir en la escuela aragonesa. 
Un programa de ayuda a los desfavorecidos (sic) basado en mero sentimentalismo y carente de reflexión hacia los resultados previstos. 
¿Ha preguntado la opinión de los maestros especialistas, los verdaderos profesionales? No tengo constancia. 
¿Pretende la sustitución de profesionales por voluntarios? Tengo mis sospechas. 
El diccionario de la RAE define el término Profesional como aquel que ejerce su profesión con relevante capacidad y aplicación. 
Y distingue entre éstos y los aficionados (voluntarios). 
También distingue al profesional del intruso.
Para más inri, el Plan diferencia entre actividades que “no requieren formación específica” (sic) y otras que sí. 
¿Realmente considera la Universidad de Zaragoza que un estudiante sin formación específica puede ofrecer un refuerzo educativo en horario extraescolar a un niño síndrome de Down o a un Asperger? 
¿Puede explicarle a ese alumno conceptos básicos en una actuación coordinada por un profesor? 
¿Un voluntario sin formación específica está capacitado para permanecer en el aula y colaborar en la atención a niños con necesidades específicas de apoyo educativo derivadas de situaciones personales o familiares? 
¿En qué medida puede apoyar al maestro especialista a desarrollar pautas de interacción y de comunicación, desarrollo de lenguaje, habilidades cognitivas y trabajo intelectual? 
¿Logrará introducir hábitos de ejecución de la tarea escolar y mejorar su autoestima y motivación? 
¿Un estudiante de magisterio será capaz de atender y realizar un seguimiento de alumnos conflictivos a los que se haya expulsado? 
¿Estará en disposición de colaborar con los servicios de orientación y llevar a cabo tutorías individualizadas con alumnos en situación de riesgo de fracaso escolar o abandono?
Inadecuado, inadmisible o frívolo son, en mi opinión, algunos de los adjetivos que adornan este descabellado Plan. Todo lo contrario sería un verdadero Plan Estratégico del Voluntariado. 
Con una partida presupuestaria adecuada que posibilite la formación de voluntarios de la mano de maestros especialistas. 
La sociedad vería con gozo como en tiempos lúgubres de recortes, nuestras instituciones apuestan por la inclusión como faro de solidaridad y guía ética. 
Todo lo demás son parches que pretenden enmascarar la cuestión de fondo: la escuela inclusiva como germen de una sociedad más solidaria. 
Y más justa.