Una de las consecuencias que ha traído la crisis económica es la observación minuciosa de cada detalle cercano al dinero: de dónde viene, hacia dónde va, cómo se gestiona.
Sin embargo, ya antes, desde la década de 1960 aproximadamente, existe un tipo de inversión que piensa más allá de la simple rentabilidad económica.
La Inversión Socialmente Responsable (ISR) busca que el dinero de los depositantes, a parte de generar un beneficio monetario, reporte un bien ambiental, social y de gestión.
Ese dinero puede provenir de diferentes productos financieros tales como fondos de inversiones, de pensiones, de empleo, seguros de vida y sociedades y fondos de capital riesgo.
Por definición, según Spainsif (asociación española que agrupa a los interesados en la promoción de la ISR), este tipo de inversiones “toman en consideración los intereses de las partes interesadas”, es decir, de trabajadores, consumidores, sindicatos, empresas y sociedad civil.
Según Luis Berruete, coordinador de la fundación CREAS: “Si no queremos repetir los mismos errores, habría que buscar otros beneficios además del económico; el medio plazo acaba siendo más sostenible”.
Pero la ISR también la definen los usuarios.
Para el director de la fundación Ecología y desarrollo (ECODES), Víctor Viñuales: “El ahorrador, además de hacerse las preguntas habituales sobre seguridad y rentabilidad, se pregunta si la inversión está en línea con sus valores o no”.
En otras palabras, la ISR le concede una mayor capacidad de decisión al propietario de los fondos para que ese dinero repercuta de forma positiva en el planeta y, de esta forma, no se caiga en el error de maximizar el beneficio “a costa de lo que sea”, que según Viñuales ha sido el “origen de la crisis en la que ahora nos vemos inmersos”.
Los expertos en el ámbito de la ISR critican que las entidades financieras no ofrezcan este tipo de productos a sus clientes
La ISR se asimilaría a una gran caja dentro de la cual existen diversos departamentos que van a variar según la importancia que se les dé a los criterios de responsabilidad.
Uno de esos subsectores es el denominado como “capital riesgo social” que da un paso más allá y que “no sólo busca empresas responsables sino que además tengan un alto contenido social”, afirma Berruete.
A lo que añade: “El capital riesgo social supondrá un 10 o 15% del volumen de inversiones a nivel global en los próximos 10 años y, por tanto, la ISR será incluso mayor”.
La ISR en España
En España, la llegada de la ISR se produjo a finales de los años 90 y desde entonces ha permanecido como un mercado que todavía no ha sido explotado en todo su esplendor.
Y es que, según Viñuales; “el problema de las inversiones responsables en España radica en que están muy poco desarrolladas”.
En este sentido, Juan Royo, economista experto en Responsabilidad Social de este ámbito afirma que “la cifra en inversión minorista es ridícula y casi todo pertenece a lo instituconal”.
En este caso parece que las inversiones son toda una válvula de escape para no caer en los mismos errores que condujeron a la crisis.
“Para que crezca el sector tiene que crecer el número de emprendedores y las empresas sociales y, de momento, se puede ver que hay inquietud, y personas dispuestas”, asegura Luis Berruete.
Pero sin embargo, el propio Berruete apunta que sigue faltando “mover esta idea y captar más inversores” incluso de instituciones como la Comisión Europea. De acuerdo a esta idea, el economista Juan Royo critica que “vas a un banco, pides un Fondo de Inversión Responsable y no saben nada al respecto”.
Por el contrario, Royo lamenta que los fondos de pensiones de las entidades financieras sí pertenecen a este ámbito y que esta modalidad “no se generalice”.
Por el momento, el crecimiento en estos tres años marcha a ritmo calmado, según Luis Berruete. El coordinador de CREAS afirma que “se ha despertado el interés de grandes fundaciones y grandes fortunas y, por el momento, están acercándose al sector”.
La ISR parece estar construyendo a cada paso su devenir de la mano tanto de los clientes como de los intermediarios, como en su caso pueden ser las entidades financieras.
“Este tipo de productos financieros pueden favorecer que bancos y cajas se reconcilien con la confianza de los ciudadanos”, afirma Viñuales.
En este sentido, el gerente de Ibercaja Pensión, José Ángel Barriga, afirma que la entidad financiera está “promoviendo la selección de inversiones que tienen en cuenta los factores que marca la ISR”.
Inversión responsable, pero no exenta de riesgo
“Cuando hablas de ISR, además de exigir rentabilidad, exiges comportamientos en función de tus principios, pero si se trata de productos que pertenecen a mercados cotizados también existe riesgo”, así lo expresa Juan Royo.
Este experto también considera que: “las empresas que siguen un modelo responsable corren menos riesgos y son más rentables a medio y largo plazo”.
Para Víctor Viñuales, la Inversión Social Responsable “es una magnífica palanca para construir la ecología verde, inclusiva y responsable que necesita nuestro país, y nuestro planeta”.
Texto: Jorge Zorraquín Catalán ARAGÓN DIGITAL
Sin embargo, ya antes, desde la década de 1960 aproximadamente, existe un tipo de inversión que piensa más allá de la simple rentabilidad económica.
La Inversión Socialmente Responsable (ISR) busca que el dinero de los depositantes, a parte de generar un beneficio monetario, reporte un bien ambiental, social y de gestión.
Ese dinero puede provenir de diferentes productos financieros tales como fondos de inversiones, de pensiones, de empleo, seguros de vida y sociedades y fondos de capital riesgo.
Por definición, según Spainsif (asociación española que agrupa a los interesados en la promoción de la ISR), este tipo de inversiones “toman en consideración los intereses de las partes interesadas”, es decir, de trabajadores, consumidores, sindicatos, empresas y sociedad civil.
Según Luis Berruete, coordinador de la fundación CREAS: “Si no queremos repetir los mismos errores, habría que buscar otros beneficios además del económico; el medio plazo acaba siendo más sostenible”.
Pero la ISR también la definen los usuarios.
Para el director de la fundación Ecología y desarrollo (ECODES), Víctor Viñuales: “El ahorrador, además de hacerse las preguntas habituales sobre seguridad y rentabilidad, se pregunta si la inversión está en línea con sus valores o no”.
En otras palabras, la ISR le concede una mayor capacidad de decisión al propietario de los fondos para que ese dinero repercuta de forma positiva en el planeta y, de esta forma, no se caiga en el error de maximizar el beneficio “a costa de lo que sea”, que según Viñuales ha sido el “origen de la crisis en la que ahora nos vemos inmersos”.
Los expertos en el ámbito de la ISR critican que las entidades financieras no ofrezcan este tipo de productos a sus clientes
La ISR se asimilaría a una gran caja dentro de la cual existen diversos departamentos que van a variar según la importancia que se les dé a los criterios de responsabilidad.
Uno de esos subsectores es el denominado como “capital riesgo social” que da un paso más allá y que “no sólo busca empresas responsables sino que además tengan un alto contenido social”, afirma Berruete.
A lo que añade: “El capital riesgo social supondrá un 10 o 15% del volumen de inversiones a nivel global en los próximos 10 años y, por tanto, la ISR será incluso mayor”.
La ISR en España
En España, la llegada de la ISR se produjo a finales de los años 90 y desde entonces ha permanecido como un mercado que todavía no ha sido explotado en todo su esplendor.
Y es que, según Viñuales; “el problema de las inversiones responsables en España radica en que están muy poco desarrolladas”.
En este sentido, Juan Royo, economista experto en Responsabilidad Social de este ámbito afirma que “la cifra en inversión minorista es ridícula y casi todo pertenece a lo instituconal”.
En este caso parece que las inversiones son toda una válvula de escape para no caer en los mismos errores que condujeron a la crisis.
“Para que crezca el sector tiene que crecer el número de emprendedores y las empresas sociales y, de momento, se puede ver que hay inquietud, y personas dispuestas”, asegura Luis Berruete.
Pero sin embargo, el propio Berruete apunta que sigue faltando “mover esta idea y captar más inversores” incluso de instituciones como la Comisión Europea. De acuerdo a esta idea, el economista Juan Royo critica que “vas a un banco, pides un Fondo de Inversión Responsable y no saben nada al respecto”.
Por el contrario, Royo lamenta que los fondos de pensiones de las entidades financieras sí pertenecen a este ámbito y que esta modalidad “no se generalice”.
Por el momento, el crecimiento en estos tres años marcha a ritmo calmado, según Luis Berruete. El coordinador de CREAS afirma que “se ha despertado el interés de grandes fundaciones y grandes fortunas y, por el momento, están acercándose al sector”.
La ISR parece estar construyendo a cada paso su devenir de la mano tanto de los clientes como de los intermediarios, como en su caso pueden ser las entidades financieras.
“Este tipo de productos financieros pueden favorecer que bancos y cajas se reconcilien con la confianza de los ciudadanos”, afirma Viñuales.
En este sentido, el gerente de Ibercaja Pensión, José Ángel Barriga, afirma que la entidad financiera está “promoviendo la selección de inversiones que tienen en cuenta los factores que marca la ISR”.
Inversión responsable, pero no exenta de riesgo
“Cuando hablas de ISR, además de exigir rentabilidad, exiges comportamientos en función de tus principios, pero si se trata de productos que pertenecen a mercados cotizados también existe riesgo”, así lo expresa Juan Royo.
Este experto también considera que: “las empresas que siguen un modelo responsable corren menos riesgos y son más rentables a medio y largo plazo”.
Para Víctor Viñuales, la Inversión Social Responsable “es una magnífica palanca para construir la ecología verde, inclusiva y responsable que necesita nuestro país, y nuestro planeta”.
Texto: Jorge Zorraquín Catalán ARAGÓN DIGITAL