La Diosa Blanca

La Diosa Blanca en Laberinto Gris: Luis Royo y Romulo Royo recorren lo espiritual y lo terrenal 

Cada gesto y cada trazo son un acto de devoción hacia una feminidad entendida como fuerza vital que sostiene el cosmos

"La Diosa Blanca" es un viaje simbólico al corazón de lo femenino.

Inspirada por el mítico ensayo de Robert Graves, Luis Royo y Romulo Royo exploran la figura de la mujer como

  • deidad primigenia
  • núcleo generador del universo 
  • fuerza ancestral que conecta lo místico, lo sensual y lo eterno
Ambos reactivan un imaginario donde la mujer es
  • musa
  • oráculo
  • protectora 
  • desafío
Son retratos devocionales, guerreras arquetípicas y presencias etéreas

Como en un ritual pagano perdido, cada obra deviene invocación, cada figura encarna una aparición sagrada que exige ser contemplada con respeto y asombro.

En este recorrido, la belleza femenina se transforma en símbolo absoluto, y lo visual adquiere un aura casi litúrgica.

Arquetipos de poder. La mujer como guerrera y guía

"La Diosa Blanca no era solo musa del canto: era también la que otorgaba la victoria en la batalla, la que dictaba el destino de los héroes. En su doble aspecto de destructora y protectora, gobernaba tanto el misterio de la inspiración como la violencia sagrada del combate" Robert Graves

Desde tiempos remotos, la mujer fue representada como 

  • guardiana de misterios, 
  • guerrera de lo invisible, 
  • portadora de saberes secretos

Aquí, la iconografía de lo bélico se funde con lo sagrado: 

  • armaduras que parecen piel
  • miradas desafiantes
  • rostros que evocan tanto a Atenea como a la diosa Kali, así como a otras deidades primitivas o de la Antigüedad

Luis y Romulo Royo reconfiguran el cuerpo femenino como territorio de resistencia, como fuerza activa, como revelación.

La mujer que no teme al combate, lo abraza desde su naturaleza esencial, entre la furia mística y la belleza invulnerable.

"La función de la poesía es la invocación religiosa de la Musa; su utilidad es la mezcla de exaltación y de horror que su presencia suscita"

No toda divinidad es visible

En ocasiones, surgen del sueño o del trance:

  • rostros velados, 
  • cuerpos suspendidos, 
  • gestos contenidos

Lo etéreo y lo intangible dominan la escena.

Las imágenes apelan al inconsciente colectivo, como si invocaran diosas de culturas olvidadas o espíritus guardianes de una mitología sin nombre.

La mujer es umbral entre mundos, como visión fugaz que nos confronta con lo inalcanzable

Devoción y belleza: la imagen como altar

"La verde savia de la primavera que en el árbol joven se agita celebrará a la Madre de la Montaña, y todos los pájaros canoros la aclamarán un día, pero yo estoy dotado, inclusive en noviembre, la más desapacible de las estaciones, con una sensación tan grande de su claramente raída magnificencia que olvido la crueldad y la traición pasadas, indiferente a dónde puede caer el próximo rayo" 

Luis Royo y Romulo Royo, el acto de mirar

Esta mirada se convierte en veneración: el espectador no observa, adora. Cada retrato se convierte en altar, cada detalle en ofrenda. La belleza femenina no es mero recurso estético, sino manifestación de lo absoluto.

Como en los antiguos templos, estas imágenes no solo representan: contienen. Son presencia.


"La prueba decisiva de la inspiración de un poeta, podría decirse, es el esmero con el que pinta la Diosa Blanca y la isla sobre la que reina"

“La Diosa Blanca” evoca ese tiempo en que lo femenino era el centro del relato humano

Antes de los dioses patriarcales, antes del logos, hubo una era en que la tierra, la luna y el cuerpo eran lo mismo. En estas obras, esa era resurge como posibilidad, como profecía estética.

Frente al olvido de lo sagrado, esta exposición es un canto visual al retorno de la diosa.