“Riding America” de Luis Royo en Laberinto Gris

Laberinto Gris presenta nuestra nueva exposición a través de las imágenes de Luis Royo que nos transportan a una época de western, ficción y futurismo.

“Riding America” de Luis Royo: western, ficción y futurismo en Laberinto Gris

Un viaje visual a través del imaginario estadounidense reinterpretado por el maestro aragonés.

Western, ciencia ficción retumban entre icónicos de la cultura popular, cine, televisión y cómic. Los mitos crearon EEUU, territorio de sueños, excesos y contradicciones. Luis Royo se aleja de la literalidad y los atraviesa, transforma, traduce, conversa, reinterpreta, escudriña desde la nostalgia, la crítica hasta mostrar el alma de una nación imaginada.

El lejano oeste, mito fundacional

La figura solitaria del vaquero que se aleja hacia el solo poniente, la frontera sin ley, el polvo levantado por los cascos del caballo, el juez de la horca, cazarrecompensas y alguaciles, el séptimo de caballería,  disparos y música de salón, los nativos exterminados por los descendientes de los ingleses...

El imaginario de Luis Royo es justicia, resistencia, identidad y deseo. En "People" reinterpreta con mirada contemporánea esos arquetipos norteamericanos. El rudo vaquero y la belleza serena de la nativa comparten fuerza estética y emocional que conecta pasado y presente. Aquí, el western no es solo evocación, es una forma de nostalgia activa.

El sueño americano: rascacielos neoyorquinos, neones de las gasolineras en mitad del desierto, moteles abandonados, carteles oxidados, coches clásicos... América es real y fantasmagórica. La estética de antaño es telón de fondo para figuras potentes y solitarias. 

Ciencia ficción y distopías: el legado de la cultura popular

Un futuro, un apocalipsis, sensuales héroes y monstruosos villanos, ciberpunk, robots, mujeres armadas, paisajes urbanos devastados recuerdan a Blade Runner, Mad Max, Heavy Metal, CIMOC, Metal Hurlant, TOTEM... todo según la paleta de colores original y única de Luis Royo.

"Riding America" es también un homenaje emocional. No se trata solo de representar una estética americana, sino de reactivarla a través de la memoria compartida. Para el público estadounidense, estas imágenes pueden resonar como ecos familiares: películas de la infancia, portadas de libros olvidados, sueños adolescentes de libertad y aventura.