“Estoy muy preocupado. Mi hijo no hace otra cosa mas que ver la televisión. Mira que intento que lea pero no hay forma” me confesaba un amigo. Lo sencillo, lo fácil, tiene un atractivo claro: no cuesta esfuerzo. ¿Qué diferencia hay entre el comer en Mac Donalds o en Casa Emilio? ¿y entre un concierto de Bisbal y uno de guitarra clásica?. Lo mismo que entre leer un libro y ver su versión hecha película. Para llegar a disfrutar con muchas actividades de la vida hay que realizar algún sacrificio. Hay que currárselo. Eso sí, una vez cultivados determinados sentidos, el placer asociado a la riqueza en los matices es infinitamente superior. El cómic es un puente entre dos artes: la literatura y la pintura. Uno puede admirar una viñeta a toda página de la misma forma que haría ante un cuadro en un mueso y emocionarse con las aventuras de sus héroes o buscar referencias morales en sus actitudes y comportamientos, como haría con un buen libro de aventuras, histórico o de ficción o político. ¿Quiere fomentar la lectura en su hijo?. No le compre una consola de videojuegos ni le deje ver Gran Hermano. Cómprele un Tintín o un Astérix. No se arrepentirá.