24 de febrero de 2008
11:30. Música Napoleónica. Reparto de claveles.
11:45. El presidente honorífico, D. Carlos Melús, da la bienvenida al acto.
11:50. Lectura del texto de Casamayor exponiendo la situación de Zaragoza el 20 de febrero
11:55. Lectura de la Capitulación.
12:00. Desplazamiendo desde la Plaza del Portillo – Conde Aranda - C/ Castillo – Aljafería.
12,15. Lectura de fragmento de Lejeune y ofrenda simbólica de claveles. 12:20. El párroco lee un responso y despedida por parte del presidente honorífico.
Faustino Casamayor. Diario de Los Sitios de Zaragoza.** *20 DE FEBRERO DE 1809*
Hoy llegó Zaragoza al alto grado de heroicidad y sufrimiento, pues habiendo sufrido con el ánimo más constante un diluvio de bombas, granadas y balas rasas y no teniendo ya otro recurso, reunidos sus vocales, mandaron un parlamentario pidiendo 24 horas de treguas al general francés, cuya respuesta fue de que, no capitulando dentro de dos horas, iba a entrar atacando y a discreción, y como no se le contestó empezó el más terrible bombardeo y cañoneo que se había oído en todo el sitio, pues en ese corto espacio de tiempo que fue de 3 a 5 de la tarde arruinaron muchísimas casas y causaron infinitas muertes, con tal exceso que la campana del reloj no podía dar todos los avisos. Por lo que al ver la cosa en tan último apuro, no poder sufrir tantas desgracias como a cada paso se veían y oían, estar toda la tropa amilanada y casi muerta, acudieron los vocales a S. E. el que siguiendo en su indisposición con bastante aumento confirió todas sus facultades a la Junta, la cual convenida en los puntos más conformes a la religión, al honor de esta ciudad y su benemérito vecindario, hizo poner bandera parlamentaria en la Torre Nueva con cuya novedad cesó inmediatamente aquel fuego tan infernal y furioso, y se presentó un oficial francés el que, reunido con los comisionados, que lo fueron los señores regente de la Audiencia, el caballero Intendente, el marqués de Fuenteolivar, el brigadier D. Manuel> Peñas, inspector de infantería y el teniente coronel D. Mariano Cerezo,> gobernador del Castillo, pasaron a presentarse al mariscal Lannes, duque de> Montebello, general en jede del ejército francés a la Casablanca, y> otorgaron la siguiente capitulación que firmaron ya alta noche.
*Carta de Capitulación de la Ciudad de Zaragoza*
Art. 1º. La guarnición de Zaragoza, saldrá mañana 21 a medio día de la> ciudad con sus armas por la puerta del Portillo, y las dejará a cien pasos> de dicha puerta.
Art. 2º. Todos los oficiales y soldados de las tropas españolas harán> juramento de fidelidad a S.M.C. el rey José Napoleón primero.
Art. 3º. Todos los oficiales y soldados que hayan prestado el juramento de> fidelidad quedarán en libertad de entrar en el servicio en defensa de S.M.C.
Art. 4º. Los que de entre ellos no quisieren entrar en el servicio, irán prisioneros de guerra a Francia.
Art. 5º. Todos los habitantes de Zaragoza, y los extranjeros, si los> hubiere, serán desarmados por los alcaldes, y las armas puestas en la puerta> del Portillo el 21 al medio día.
Art. 6º. Las personas y las propiedades, serán respetadas por las tropas del> emperador y rey.
Art. 7º. La religión y sus ministros serán respetados, y serán puestos> centinelas en las puertas de los principales templos.
Art. 8º. Las tropas francesas ocuparán mañana al mediodía todas las puertas> de la ciudad, el castillo y el Coso.
Art. 9º. Toda la artillería y las municiones de toda especie serán puestas> en poder de las tropas de S.M. el emperador y rey mañana al mediodía.
Art. 10º. Todas las cajas militares y civiles (es decir las tesorerías y> cajas de regimiento) serán puestas a la disposición de S.M.C. Todas las> administraciones civiles y toda especie de empleados harán juramento de> fidelidad a S.M.C.
Art. 11º. La justicia se distribuirá del mismo modo y se hará a nombre de> S.M.C. el rey José Napoleón primero. Cuartel general de Zaragoza a 20 de> febrero de 1809.
Los Sitios de Zaragoza según la narración del oficial sitiador Barón Lejeune. Edición de Carlos Riba y García, pp. 316-317
*Salida de las tropas españolas.‑* Al rayar el día 21 de Febrero, todos los puestos exteriores de la ciudad estaban ocupados por los franceses. Al> mediodía nuestro ejército, poco numeroso, pero imponente, sin embargo, por> su marcial presencia, estaba alineado en orden de batalla, con la yesca> encendida, dando frente al Ebro, sobre la carretera de Alagón; tenía,> además, sus reservas bien colocadas para el caso de algún contratiempo. La> columna española desfiló en formación con sus banderas y sus armas.>> Jamás un espectáculo más triste ni conmovedor vieron nunca nuestros ojos.> Trece mil hombres, enfermos, llevando en la sangre el germen del contagio y> todos espantosamente demacrados, con la barba larga, negra y enmarañada, sin> fuerza siquiera para sostener sus armas, se arrastraban lentamente al compás> del tambor. Sus ropas estaban sucias y destrozadas. Todo en ellos reflejaba> el cuadro de la más espeluznante miseria. Un sentimiento de orgullo y de> fiereza indefinible aparecía aún a través de los rasgos de sus lívidos> semblantes, completamente ennegrecidos por el humo de la pólvora y sombríos> de ira y de tristeza. El ceñidor español, de color vivo, dibujaba su talle;> el gran sombrero redondo adornado, con negras plumas de gallo ó de buitre,> sombreaba su frente, y la capa gris o la manta echada al desgaire por encima> de todos estos variados trajes de aragoneses, catalanes y valencianos> llegaban hasta dar gracia y casi puede decirse elegancia a sus vestidos> destrozados en tan nobles fatigas, y a los negruzcos harapos con que estaban> cubiertos aquellos vivientes espectros.>> Sus mujeres y sus hijos llorosos, que obstruían las filas, tornaban con> frecuencia su corazón a la Virgen, a quien imploraban todavía. Muchos de> aquellos bravos, en el momento de deponer las armas y entregarnos sus> banderas, sintieron un acceso violento de desesperación. Sus ojos> centelleaban de cólera, y sus miradas feroces parecían que contaban nuestras> filas y que sentían vivamente haber cedido *ante un número tan pequeño *de> enemigos. Partieron para Francia y ¡Zaragoza estaba conquistada¡>> Así terminó aquel sitio memorable que tiene semejanzas sorprendentes con los> de Sagunto, de Numancia y de Jerusalén.
11:30. Música Napoleónica. Reparto de claveles.
11:45. El presidente honorífico, D. Carlos Melús, da la bienvenida al acto.
11:50. Lectura del texto de Casamayor exponiendo la situación de Zaragoza el 20 de febrero
11:55. Lectura de la Capitulación.
12:00. Desplazamiendo desde la Plaza del Portillo – Conde Aranda - C/ Castillo – Aljafería.
12,15. Lectura de fragmento de Lejeune y ofrenda simbólica de claveles. 12:20. El párroco lee un responso y despedida por parte del presidente honorífico.
Faustino Casamayor. Diario de Los Sitios de Zaragoza.** *20 DE FEBRERO DE 1809*
Hoy llegó Zaragoza al alto grado de heroicidad y sufrimiento, pues habiendo sufrido con el ánimo más constante un diluvio de bombas, granadas y balas rasas y no teniendo ya otro recurso, reunidos sus vocales, mandaron un parlamentario pidiendo 24 horas de treguas al general francés, cuya respuesta fue de que, no capitulando dentro de dos horas, iba a entrar atacando y a discreción, y como no se le contestó empezó el más terrible bombardeo y cañoneo que se había oído en todo el sitio, pues en ese corto espacio de tiempo que fue de 3 a 5 de la tarde arruinaron muchísimas casas y causaron infinitas muertes, con tal exceso que la campana del reloj no podía dar todos los avisos. Por lo que al ver la cosa en tan último apuro, no poder sufrir tantas desgracias como a cada paso se veían y oían, estar toda la tropa amilanada y casi muerta, acudieron los vocales a S. E. el que siguiendo en su indisposición con bastante aumento confirió todas sus facultades a la Junta, la cual convenida en los puntos más conformes a la religión, al honor de esta ciudad y su benemérito vecindario, hizo poner bandera parlamentaria en la Torre Nueva con cuya novedad cesó inmediatamente aquel fuego tan infernal y furioso, y se presentó un oficial francés el que, reunido con los comisionados, que lo fueron los señores regente de la Audiencia, el caballero Intendente, el marqués de Fuenteolivar, el brigadier D. Manuel> Peñas, inspector de infantería y el teniente coronel D. Mariano Cerezo,> gobernador del Castillo, pasaron a presentarse al mariscal Lannes, duque de> Montebello, general en jede del ejército francés a la Casablanca, y> otorgaron la siguiente capitulación que firmaron ya alta noche.
*Carta de Capitulación de la Ciudad de Zaragoza*
Art. 1º. La guarnición de Zaragoza, saldrá mañana 21 a medio día de la> ciudad con sus armas por la puerta del Portillo, y las dejará a cien pasos> de dicha puerta.
Art. 2º. Todos los oficiales y soldados de las tropas españolas harán> juramento de fidelidad a S.M.C. el rey José Napoleón primero.
Art. 3º. Todos los oficiales y soldados que hayan prestado el juramento de> fidelidad quedarán en libertad de entrar en el servicio en defensa de S.M.C.
Art. 4º. Los que de entre ellos no quisieren entrar en el servicio, irán prisioneros de guerra a Francia.
Art. 5º. Todos los habitantes de Zaragoza, y los extranjeros, si los> hubiere, serán desarmados por los alcaldes, y las armas puestas en la puerta> del Portillo el 21 al medio día.
Art. 6º. Las personas y las propiedades, serán respetadas por las tropas del> emperador y rey.
Art. 7º. La religión y sus ministros serán respetados, y serán puestos> centinelas en las puertas de los principales templos.
Art. 8º. Las tropas francesas ocuparán mañana al mediodía todas las puertas> de la ciudad, el castillo y el Coso.
Art. 9º. Toda la artillería y las municiones de toda especie serán puestas> en poder de las tropas de S.M. el emperador y rey mañana al mediodía.
Art. 10º. Todas las cajas militares y civiles (es decir las tesorerías y> cajas de regimiento) serán puestas a la disposición de S.M.C. Todas las> administraciones civiles y toda especie de empleados harán juramento de> fidelidad a S.M.C.
Art. 11º. La justicia se distribuirá del mismo modo y se hará a nombre de> S.M.C. el rey José Napoleón primero. Cuartel general de Zaragoza a 20 de> febrero de 1809.
Los Sitios de Zaragoza según la narración del oficial sitiador Barón Lejeune. Edición de Carlos Riba y García, pp. 316-317
*Salida de las tropas españolas.‑* Al rayar el día 21 de Febrero, todos los puestos exteriores de la ciudad estaban ocupados por los franceses. Al> mediodía nuestro ejército, poco numeroso, pero imponente, sin embargo, por> su marcial presencia, estaba alineado en orden de batalla, con la yesca> encendida, dando frente al Ebro, sobre la carretera de Alagón; tenía,> además, sus reservas bien colocadas para el caso de algún contratiempo. La> columna española desfiló en formación con sus banderas y sus armas.>> Jamás un espectáculo más triste ni conmovedor vieron nunca nuestros ojos.> Trece mil hombres, enfermos, llevando en la sangre el germen del contagio y> todos espantosamente demacrados, con la barba larga, negra y enmarañada, sin> fuerza siquiera para sostener sus armas, se arrastraban lentamente al compás> del tambor. Sus ropas estaban sucias y destrozadas. Todo en ellos reflejaba> el cuadro de la más espeluznante miseria. Un sentimiento de orgullo y de> fiereza indefinible aparecía aún a través de los rasgos de sus lívidos> semblantes, completamente ennegrecidos por el humo de la pólvora y sombríos> de ira y de tristeza. El ceñidor español, de color vivo, dibujaba su talle;> el gran sombrero redondo adornado, con negras plumas de gallo ó de buitre,> sombreaba su frente, y la capa gris o la manta echada al desgaire por encima> de todos estos variados trajes de aragoneses, catalanes y valencianos> llegaban hasta dar gracia y casi puede decirse elegancia a sus vestidos> destrozados en tan nobles fatigas, y a los negruzcos harapos con que estaban> cubiertos aquellos vivientes espectros.>> Sus mujeres y sus hijos llorosos, que obstruían las filas, tornaban con> frecuencia su corazón a la Virgen, a quien imploraban todavía. Muchos de> aquellos bravos, en el momento de deponer las armas y entregarnos sus> banderas, sintieron un acceso violento de desesperación. Sus ojos> centelleaban de cólera, y sus miradas feroces parecían que contaban nuestras> filas y que sentían vivamente haber cedido *ante un número tan pequeño *de> enemigos. Partieron para Francia y ¡Zaragoza estaba conquistada¡>> Así terminó aquel sitio memorable que tiene semejanzas sorprendentes con los> de Sagunto, de Numancia y de Jerusalén.