Magnífico artículo de María José S. Mayo para El Confidencial que os cuelgo íntegramente.
"Todos sabemos que los superhéroes siempre encuentran la manera de salirse con la suya, de ganar al resto. En el comic, el arte nunca suficientemente valorado que les dio vida, también suelen llevarse el gato al agua: su popularidad consigue que otro tipo de historias sean menos conocidas. Pero hay entre ellas un grupo de obras que han dado muchísimas alegrías al llamado noveno arte: las que cuentan cosas de la vida de sus autores. Traumas de la infancia, momentos de aprendizaje sexual, conflictos con la sociedad que ha les ha tocado vivir, o tantos otros aspectos sociales han centrado muchos comics autobiográficos que autores como Robert Crump, Art Spiegelman, Marjane Satrapi, Craig Thompson o Carlos Giménez han convertido en verdadera obras de arte. Una obra maestra de este tipo de historias gráficas es Maus, en la que Art Spiegelman cuenta las vivencias de su padre, un judío que fue perseguido por los nazis y acabó prisionero en Auschwitz. El libro fue merecedor del premio Pulitzer en 1992 y era una historia poderosísima del horror vivido representado a través de animales antropomórficos: los judíos eran ratones, los nazis, gatos, los polacos, cerdos… y así otra serie de grupos sociales o nacionales. Pero no se quedaba solo en la revisión del pasado, sino que se alternaba con la exposición de los conflictos del propio Art con su padre, al que ve muy alejado de todos los hechos que le describe. Dentro de este tipo de comic que refleja conflictos históricos a través de una de sus víctimas, también ha sido todo un bombazo, y más después de su muy estimable adaptación cinematográfica, Persépolis, de Marjane Satrapi, la historia de una chica de Irán que sufre la vuelta del régimen fundamentalista islámico contra el que choca su carácter franco y rebelde. Los dibujos tienen un irresistible aire naif, así como una composición realmente lograda que hacen de él un trabajo imprescindible. Más elaborado y con la mirada puesta en nuestra historia reciente, Carlos Giménez consiguió retratar en los diferentes volúmenes de Paracuellos distintas historias de niños que, como él, vivían en los hogares de Auxilio Social, lugar en el que acababan los huérfanos por la Guerra Civil o por las dificultades de sus padres para mantenerles. Una disciplina militar, una comida escasa y otras tantas penurias eran retratadas en historietas cortas de entre 2 y 8 páginas. Robert Crumb se encuentra entre los más suculentos se encuentra un autor amado –está considerado uno de los grandes artistas del siglo XX, comparable a escritores satíricos como Rabelais o Swift- y odiado a partes iguales -desde posiciones feministas, han tachado su obra de pornografía misógina, degradante e inmadura-, pero al que no se le puede negar una enorme destreza con el dibujo. Robert Crumb narró sus experiencias vitales en obras como La historia de mi vida, en las que desplegaba su incorrección política y un completo catálogo de obsesiones sexuales, que le llevaba a representar con frecuencia mujeres descomunales. Todo ello conseguía provocar una gran incomodidad en muchos lectores, pero también crearse un ejército de seguidores entre los que se cuentan Peter Bagge, Daniel Clowes o Joe Matt, muy influenciados por él.En un lugar diametralmente opuesto se sitúa una magnífica Blankets. En ella Craig Thompson exorciza los demonios de una infancia y adolescencia marcada por la religión y un ambiente terriblemente estricto. Con una gran sensibilidad, el autor parece querer reconciliarse con ese yo infantil a la par que narrar con una enorme sensibilidad la historia de su primer amor mediante viñetas que desbordan imaginación y en las que se muestra su gusto por el sombreado y por la composición. Su marcada inadaptabilidad le sitúa cerca de Chester Brown, que en Nunca me has gustado narra sus primeros años de adolescencia, centrándose en su relación con su madre, en los ataques que sufre por parte de otros chicos, y su dificultad de relacionarse con el sexo opuesto.Hay muchos otros ejemplos. Gracias a la película American Splendor muchos cinéfilos descubrieron a Harvey Peckar y sus historias biográficas llevadas al lenguaje de la viñeta con la ayuda de Robert Crumb, Drew Friedman y Jim Woodring. En Píldoras azules, Frederik Peeters narraba su historia de amor con una mujer seropositiva de una forma conmovedoramente honesta; mientras que en Fun Home, Alison Bechdel habla con un realismo sobrio y personal de su relación con su padre y de su homosexualidad. Jiro Taniguchi, James Kochalka, Lewis Trodheim, Miguel Gallardo y otros tantos han realizado obras notables dentro de este arte de convertir la propia vida en una serie de viñetas. Son todas ellas oportunidades únicas para reconciliarse con un arte de poco prestigio. Momentos perfectos para, sin dejar de tener los pies en el suelo, dejar volar la imaginación. Y sin necesidad de capa". Echamos de menos en esta lista a otros autores españoles como Nacho Casanova, ...