Entrevista de Daniel Montserrat para El Periódico de Aragón:
Cuando empezó a dibujar se inclinó por un cómic autobiográfico, ¿era una necesidad? Quería hacer mis historias basadas en la realidad, en situaciones por las que había pasado. Estaba cansado de dibujar las historias de encargo que hablaban de cosas muy banales que no me interesaban nada. Además, llega un momento determinado, cuando eres adulto que te apetece hacer asuntos de autor, hacer trabajos para otros adultos que entiendan lo que dibujo.
Fue un precursor del cómic social... Como de tantas otras cosas. Siempre he sido un corredor solitario... y así me ha ido (ríe). También he sido precursor de la memoria histórica. Hace treinta años nadie hablaba de aquellos tiempos de posguerra y nadie recordaba los temas pasados, parecía que estaba prohibido. Pero yo, vuelvo a lo mismo que antes, quería representar los ambientes que había vivido porque me parecían de un interés superior a ver, por ejemplo, a un policía montado de Canadá sobre la nieve peleando con un oso. Algo que como no se ha vivido no transmite tanto. Por eso dibujo algo más próximo, con más sinceridad y creyéndome lo que cuento porque le da más credibilidad a la historia y a la gente le transmite mucho más.
Nunca ha dudado en volcar su ideología en el cómic, ¿a qué es debido? Una de las cosas que me pesaba a la hora de empezar a escribir los guiones de mis dibujos es que quería reflejar mis propios pensamientos en el dibujo. Quería firmar lo que yo opinaba, no lo que otros escribieran y yo dibujara aunque fuera un pensamiento muy similar al mío. Quería soltar un exabrupto y que fuera yo el que lo firmara y me responsabilizara de ello. Quería tocar lo que me preocupaba a mí y desde mi óptica. Por eso no tengo ningún problema en expresar mi ideología a través de los dibujos. Es lo que siempre he querido.
¿Y sería posible hacer cómic social en la actualidad? El mundo literario y el cinematográfico es un buen ejemplo de ello, todos los días se escribe y se hacen películas que opinan sobre la actualidad. Los momentos siempre son buenos para cualquier cosa. Siempre habrá asuntos sobre los que protestar.
Sin embargo, Carlos Giménez mira a la posguerra y a la guerra civil, ¿no le inquieta dibujar sobre la actualidad? ¡La guerra de España es algo que tiene que ver con el momento actual! Remueve conciencias. Es tan de ahora como cualquier otra cosa. Siempre quedan muchas historias y dibujos por hacer pero hasta que no acabas con un tema no vas a empezar con otro, yo ahora estoy con la guerra civil porque no me da por la vena sindicalista... pero quién sabe en un futuro.
Ha participado en varios storyboards para el cine, ¿cómo ha sido su experiencia en ese mundo? Muy interesante aunque para mí es un trabajo menor porque dibujo para otros y yo lo que quiero hacer son mis historias propias. De hecho han sido unas incursiones muy cortas en el mundo del cine porque yo lo que amo es esta vieja profesión que tengo.
Cuando empezó a dibujar se inclinó por un cómic autobiográfico, ¿era una necesidad? Quería hacer mis historias basadas en la realidad, en situaciones por las que había pasado. Estaba cansado de dibujar las historias de encargo que hablaban de cosas muy banales que no me interesaban nada. Además, llega un momento determinado, cuando eres adulto que te apetece hacer asuntos de autor, hacer trabajos para otros adultos que entiendan lo que dibujo.
Fue un precursor del cómic social... Como de tantas otras cosas. Siempre he sido un corredor solitario... y así me ha ido (ríe). También he sido precursor de la memoria histórica. Hace treinta años nadie hablaba de aquellos tiempos de posguerra y nadie recordaba los temas pasados, parecía que estaba prohibido. Pero yo, vuelvo a lo mismo que antes, quería representar los ambientes que había vivido porque me parecían de un interés superior a ver, por ejemplo, a un policía montado de Canadá sobre la nieve peleando con un oso. Algo que como no se ha vivido no transmite tanto. Por eso dibujo algo más próximo, con más sinceridad y creyéndome lo que cuento porque le da más credibilidad a la historia y a la gente le transmite mucho más.
Nunca ha dudado en volcar su ideología en el cómic, ¿a qué es debido? Una de las cosas que me pesaba a la hora de empezar a escribir los guiones de mis dibujos es que quería reflejar mis propios pensamientos en el dibujo. Quería firmar lo que yo opinaba, no lo que otros escribieran y yo dibujara aunque fuera un pensamiento muy similar al mío. Quería soltar un exabrupto y que fuera yo el que lo firmara y me responsabilizara de ello. Quería tocar lo que me preocupaba a mí y desde mi óptica. Por eso no tengo ningún problema en expresar mi ideología a través de los dibujos. Es lo que siempre he querido.
¿Y sería posible hacer cómic social en la actualidad? El mundo literario y el cinematográfico es un buen ejemplo de ello, todos los días se escribe y se hacen películas que opinan sobre la actualidad. Los momentos siempre son buenos para cualquier cosa. Siempre habrá asuntos sobre los que protestar.
Sin embargo, Carlos Giménez mira a la posguerra y a la guerra civil, ¿no le inquieta dibujar sobre la actualidad? ¡La guerra de España es algo que tiene que ver con el momento actual! Remueve conciencias. Es tan de ahora como cualquier otra cosa. Siempre quedan muchas historias y dibujos por hacer pero hasta que no acabas con un tema no vas a empezar con otro, yo ahora estoy con la guerra civil porque no me da por la vena sindicalista... pero quién sabe en un futuro.
Ha participado en varios storyboards para el cine, ¿cómo ha sido su experiencia en ese mundo? Muy interesante aunque para mí es un trabajo menor porque dibujo para otros y yo lo que quiero hacer son mis historias propias. De hecho han sido unas incursiones muy cortas en el mundo del cine porque yo lo que amo es esta vieja profesión que tengo.