Setenta y seis años después de que Luis Buñuel rodara la película documental 'Las Hurdes, tierra sin pan', el dibujante extremeño Fermín Solís ha viajado a esa comarca para componer las viñetas de 'Buñuel en el laberinto de las tortugas', una novela gráfica que se acerca al cineasta y a esta polémica cinta.
Desde que Buñuel fue a la comarca extremeña a rodar esta película, muy criticada por la imagen tercermundista que se desprendía de la zona -y de España, en general-, los habitantes "siguen sintiendo rechazo a que vaya alguien con una cámara de fotos", ha afirmado Solís.
Como extremeño, nacido en 1972 en la localidad de Madroñera y afincado en Cáceres, Solís sentía curiosidad "por toda la leyenda que rodea Las Hurdes", una comarca que desconocía. Al llegar allí se dio cuenta de que "el espíritu de Buñuel estaba muy presente" porque todavía hay sentimientos contrarios.
Fermín Solís se encontró con testimonios contradictorios y con muy poca información acerca del rodaje. "Prácticamente no sobrevive nadie de aquel rodaje, e incluso un señor documentado me dio una información errónea", afirma.
Solo cinco líneas en su biografía
Al ver que en la biografía de Buñuel apenas hay cinco líneas escritas sobre el tema, decidió combinar su imaginación con documentos reales de la Filmoteca de Extremadura y del Centro de Documentación de Las Hurdes.
El dibujante asegura que Buñuel tomó Las Hurdes como "ejemplo" para explicar la situación que había en España, "las miserias que no se solucionaban". "Buñuel no iba a ensañarse con Las Hurdes -afirma el autor- lo que quería era presentar su crítica al gobierno de la Segunda República". Y es que Buñuel no fue el primero en denunciar la situación de los hurdanos: diez años antes, coincidiendo con una visita del Rey Alfonso XIII a la zona, el hispanista Maurice Legendre hizo un estudio que se adentraba en todas las miserias de Las Hurdes.
"Un libro mucho más duro que la película", según Solís, que inspiró al cineasta para rodar documentales en varios lugares de España, "un proyecto que se truncó con el estallido de la Guerra Civil y del que sólo quedó la película de Las Hurdes, que ha marcado un antes y un después y ha quedado ahí para la historia".
Aunque su idea inicial fuera acercarse a Las Hurdes, Solís desmitifica esa leyenda adentrándose más en el propio personaje. "Al final, Las Hurdes me sirvió como excusa para hablar de Buñuel, y tuvo más peso su mundo interior que Las Hurdes", confiesa.
En aquella época, Buñuel comenzaba a desarrollar su carrera cinematográfica y "sus obsesiones, sus manías y sus fetichismos", según el dibujante. Buñuel en el laberinto de las tortugas', que publica ahora Astiberri para el mercado nacional -después de una primera edición en Extremadura-, consta de tres partes y tiene mucha carga onírica, como el propio mundo del personaje. El libro empieza con un sueño del cineasta con la virgen María, que alude al "complejo de edipo" que el autor atribuye a Buñuel. Ramón Acín -intelectual, anarquista y amigo de Buñuel- despierta al cineasta de su sueño para contarle que le ha tocado la lotería, después de prometer que, si eso ocurría, pagaría la película.
A través de las viñetas en blanco y negro de esta novela gráfica, Solís viaja también al París bohemio de los años treinta, donde Buñuel habla de su ruptura con el surrealismo, de las críticas que recibió por sus películas y de su necesidad de hacer un cine crítico.
Y llega el rodaje, el contraste entre la bohemia parisina y Las Hurdes, algo que el propio autor califica como "pasar del color al blanco y negro". Los tejados de pizarra de las casas hurdanas son, según dice un personaje, como caparazones de tortugas. Unos caparazones que, aunque aún pueden verse en Las Hurdes, son "casas abandonadas, porque la gente se ha ido a lugares más habitables". Pero eso no quita que Solís sienta "miedo" ante la respuesta de los hurdanos, que se confirmará el 10 de abril en la presentación en Las Hurdes del libro, algo que el propio autor califica como "una prueba de fuego".
Fuente: Heraldo
Desde que Buñuel fue a la comarca extremeña a rodar esta película, muy criticada por la imagen tercermundista que se desprendía de la zona -y de España, en general-, los habitantes "siguen sintiendo rechazo a que vaya alguien con una cámara de fotos", ha afirmado Solís.
Como extremeño, nacido en 1972 en la localidad de Madroñera y afincado en Cáceres, Solís sentía curiosidad "por toda la leyenda que rodea Las Hurdes", una comarca que desconocía. Al llegar allí se dio cuenta de que "el espíritu de Buñuel estaba muy presente" porque todavía hay sentimientos contrarios.
Fermín Solís se encontró con testimonios contradictorios y con muy poca información acerca del rodaje. "Prácticamente no sobrevive nadie de aquel rodaje, e incluso un señor documentado me dio una información errónea", afirma.
Solo cinco líneas en su biografía
Al ver que en la biografía de Buñuel apenas hay cinco líneas escritas sobre el tema, decidió combinar su imaginación con documentos reales de la Filmoteca de Extremadura y del Centro de Documentación de Las Hurdes.
El dibujante asegura que Buñuel tomó Las Hurdes como "ejemplo" para explicar la situación que había en España, "las miserias que no se solucionaban". "Buñuel no iba a ensañarse con Las Hurdes -afirma el autor- lo que quería era presentar su crítica al gobierno de la Segunda República". Y es que Buñuel no fue el primero en denunciar la situación de los hurdanos: diez años antes, coincidiendo con una visita del Rey Alfonso XIII a la zona, el hispanista Maurice Legendre hizo un estudio que se adentraba en todas las miserias de Las Hurdes.
"Un libro mucho más duro que la película", según Solís, que inspiró al cineasta para rodar documentales en varios lugares de España, "un proyecto que se truncó con el estallido de la Guerra Civil y del que sólo quedó la película de Las Hurdes, que ha marcado un antes y un después y ha quedado ahí para la historia".
Aunque su idea inicial fuera acercarse a Las Hurdes, Solís desmitifica esa leyenda adentrándose más en el propio personaje. "Al final, Las Hurdes me sirvió como excusa para hablar de Buñuel, y tuvo más peso su mundo interior que Las Hurdes", confiesa.
En aquella época, Buñuel comenzaba a desarrollar su carrera cinematográfica y "sus obsesiones, sus manías y sus fetichismos", según el dibujante. Buñuel en el laberinto de las tortugas', que publica ahora Astiberri para el mercado nacional -después de una primera edición en Extremadura-, consta de tres partes y tiene mucha carga onírica, como el propio mundo del personaje. El libro empieza con un sueño del cineasta con la virgen María, que alude al "complejo de edipo" que el autor atribuye a Buñuel. Ramón Acín -intelectual, anarquista y amigo de Buñuel- despierta al cineasta de su sueño para contarle que le ha tocado la lotería, después de prometer que, si eso ocurría, pagaría la película.
A través de las viñetas en blanco y negro de esta novela gráfica, Solís viaja también al París bohemio de los años treinta, donde Buñuel habla de su ruptura con el surrealismo, de las críticas que recibió por sus películas y de su necesidad de hacer un cine crítico.
Y llega el rodaje, el contraste entre la bohemia parisina y Las Hurdes, algo que el propio autor califica como "pasar del color al blanco y negro". Los tejados de pizarra de las casas hurdanas son, según dice un personaje, como caparazones de tortugas. Unos caparazones que, aunque aún pueden verse en Las Hurdes, son "casas abandonadas, porque la gente se ha ido a lugares más habitables". Pero eso no quita que Solís sienta "miedo" ante la respuesta de los hurdanos, que se confirmará el 10 de abril en la presentación en Las Hurdes del libro, algo que el propio autor califica como "una prueba de fuego".