Viaje a la República Checa

Para los que necesiten una excusa para volver a la capital checa, aquí van ocho excursiones por el país, donde casi siempre hay alguna atracción declarada Patrimonio de la Humanidad y que pueden combinarse con una estancia en la ciudad de Kafka.
El artículo es de Javier Mazorra
1. Karlovy Vary
A 120 kilómetros de la capital y con comunicación directa desde el mismo aeropuerto, Karlovi Vary que cumple en 2008 650 años, es el balneario más famoso de Chequia y uno de los más carismáticos de toda Europa. Su época de mayor apogeo fue durante el S.XIX cuando se construyeron muchos de los suntuosos palacios, hoteles e instalaciones termales recientemente restaurados que todavía podemos ver hoy en día bordeando el río Tepla.
Si sólo se viene a pasar unas horas, es difícil bañarse pero siempre se pueden probar las diferentes aguas en las muchas fuentes que existen por todo su perímetro urbano. En cambio los que decidan alojarse en alguno de sus hoteles, no sólo pueden disfrutar de algún tratamiento pero también explorar los alrededores donde se encuentran, rodeados de frondoso bosques, otros dos balnearios legendarios, Marianske Lazne (más conocido como Marienbad) y Frantiskovy Lazne además de unos de los pueblos más bonitos del país Loket nad Ohry donde no hay que perderse un castillo de cuento de hadas, lleno de tesoros en su interior. Más información en: www.karlovyvary.cz y www.spas.cz.
2. El catillo de Hrad Karlstejn.
Si no se cuenta con mucho tiempo y se es aficionado a los castillos, pocas fortalezas en el mundo son comparables a esta cuya historia se remonta al siglo XIV que se encuentra a media de la estación de Smichov en Praga. Es tan fácil llegar hasta él que suele estar casi siempre lleno de visitantes, salvo en invierno cuando además resulta aun más espectacular. Albergó durante siglos las joyas de la corona del Imperio Germánico y es tan grande que su visita está organizada a través de dos itinerarios distintos que sólo se pueden seguir en grupo.
Fuera de temporada suele estar abierto desde las 9 de la mañana a las tres de la tarde. Es muy recomendable dar un paseo tanto por el pueblo que lleva su nombre como por el cercano valle de Karlik donde se esconden las románticas ruinas de otro castillo, construido en época de Carlos IV y el Monasterio de San Juan. Después se recomienda volver a Praga desde la estación de Dobrichovice. Se puede reservar entradas al castillo a través de www.hradkarlstejn.cz.
3. Ceske Krumlov
Si no existiera Praga, esta preciosa ciudad sería por derecho propio una de los destinos más populares de Europa. Aunque es posible ir y volver en el mismo día , sería imperdonable no quedarse al menos una noche y disfrutar de un ambiente casi irreal. Enclavado en un recodo del río Vltava, surge como una aparición en el paisaje. Cada rincón de su laberíntica estructura nos reserva una sorpresa aunque sus puntos fuertes son el castillo (el segundo más grande del país), el convento de las Clarisas y el centro dedicado al pintor austriaco Egom Shiele que vivió durante unos años en esta parte de Bohemia.
A pesar de que sus principales festivales se desarrollan en verano, el mejor momento para conocer esta maravilla es en invierno cuando recobra su ambiente natural y los visitantes son menos numerosos. Si se cuenta con tiempo, en los alrededores se puede visitar también Ceske Budejovice, otra ciudad con mucho interés, conocida por haber creado una de las cervezas más famosas del mundo y Konopiste que esconde otro sobrecogedor castillo. Más información en www.ckrumlov.info.
4. Brno, capital del sur de Moravia.
La capital del sur de Moravia con sus cerca de cuatrocientos mil habitantes es la otra gran ciudad de la República Checa. No puede competir con la monumentalidad y grandeza de Praga pero tiene suficiente interés como para quedarse un par de días descubriendo lugares tan curiosos como la Villa Tugendhat, una obra maestra de Mies Van der Rohe o el Monasterio de Santo Tomás donde el científico Gregor Mendel desarrolló su famosa teoría sobre genética.
No se tarda en descubrir una ciudad elegante, con grandes bulevares, un centro histórico dominado por el antiguo Ayuntamiento del S.XIV y docenas de palacios barrocos donde llama la atención la abundancia de cafés y pastelerías que nos recuerdan a Viena. El conjunto urbano está dominado por la mole del castillo Spilberk y las torres de la iglesia de San Pedro en lo alto de la colina Pterov. Si se cuenta con tiempo resulta curioso acercarse hasta Austerlitz, donde tuvo lugar la famosa batalla contra Napoleón que se recrea cada año el 2 de diciembre. Más información en www.jizni-morava.cz y en www.kr-jihomoravsky.cz.
5. Nelahozeves
A 25 kilómetros de Praga se encuentra este romántico palacio renacentista mandado construir por Florian Griespek en 1553 que después pasaría a manos de la familia Lobkowicz quienes estuvieron emparentados con la alta nobleza española lo que explica la importante colección de pintura que atesoraron donde incluso hay un cuadro atribuido a Velásquez además de varios Rubens y obras de otros pintores del S.XVII.
Después de ser nacionalizado durante el periodo comunista, una rama americana de los antiguos propietarios ha recuperado el que posiblemente sea el edificio civil del S.XVI más espectacular del país, convirtiéndolo en un curioso museo donde no falta un restaurante gastronómico. A 200m se puede visitar la casa natal del compositor Antonin Dvorak que completa el museo que la ciudad le ha dedicado en la Villa Amerika. Si se cuenta con coche vale la pena, a la vuelta, acercarse también hasta el pueblo medieval de Melnik conocido por sus vinos y por un castillo que también pertenece a la familia Lobkowicz donde se organizan catas de forma regular. Más información en www.melnik.cz.
6. Pardubice
A medio camino entre Praga y Olomouc, Pardubice se encuentra a sólo una hora de Praga si se utiliza el nuevo tren de alta velocidad que llega hasta Ostrava. Aunque cuenta con un castillo, un centro renacentista muy bien conservado y varios museos, destaca por su situación en el mismo centro del este de Bohemia. Allí se encuentran las montañas más altas del país (incluido el pico Snezka de 1600 metros) y su zona más abrupta, con gargantas y formaciones rocosas espectaculares en el parque de Ardrspach-Teplice donde se esconden castillos y monasterios medievales que sólo se pueden explorar si se cuenta con un coche alquilado.
Por otra parte, la capital de la región Hradec Kralove , a sólo media hora en autobús, cuenta con la mejor colección de edificios modernistas y de la escuela racionalista checa de todo el país (sólo comparable a Praga), destacando las obras de Gotera y Gocar. Más información en www.vychodni.cechy.cz.
7. Iglesia de Sta. Bárbara en Kutna Hora.
Pocos conocen ahora esta ciudad de apenas veintidós mil habitantes a 70 kilómetros de Praga pero durante siglos gracias a sus minas de plata, competía con Praga tanto como capital de Bohemia, como por sus muchos monumentos que todavía permanecen en pié entre la plaza Mayor (Palackeho namesti) y la Catedral dedicada a Santa Bárbara. El edificio más carismático es lo que se conoce como Patio Italiano que en realidad fue la casa de Moneda de Wenceslao II que más tarde se convertiría en palacio real.
Por todas partes se recuerda la importancia que tuvo la plata en la ciudad pudiéndose incluso visitar la mina de Smisek que se encuentra debajo de las antiguas fortificaciones. Muchas de sus calles y plazas nos recuerdan a Praga aunque sin turistas ni tiendas de recuerdos. En las afueras es casi obligatorio visitar en Sedlec la capilla de Todos los Santos, famosa por su inmenso osario y la iglesia de la Ascensión, uno de los mejores ejemplos del estilo gótico barroco que sólo se dio en esta parte de Europa. Más información en www.kutnahora.cz.
8. Parque Nacional de la Suiza checa
Al norte de Praga, un insólito paisaje cuajado de extrañas formaciones rocosas y frondosos bosques hace de frontera entre Chequia y Alemania. Al sur se conoce como la Suiza Checa y al norte es la Sajonia Checa. El origen de ese nombre no se debe tanto a su parecido con ciertos paisajes de Suiza sino sobre todo por la presencia de dos artistas suizos (Antón Graff y Adrian Zingg) que vivieron en la cercana Dresden a finales del siglo XVIII.
A través de sus obras pusieron de moda esta zona que de alguna forma les recordaba algún rincón de su país de origen. En los últimos años se ha convertido en uno de los lugares más visitados de Centroeuropa, siendo recomendable evitar conocerlo durante el verano, optando por el otoño o la primavera. La mejor forma de descubrir este parque nacional compartido entre dos países es a pié. Hay itinerarios para cualquier tipo de persona aunque también se puede llegar en coche hasta la inmediaciones de muchas de las principales formaciones, como el puente natural (Mala Pravcicka brana) al norte de Vysoka Lipa. Más información en www.ceskesvycarsko.cz/.