Hoy hace 50 años que René Goscinny (1926-1977) al guión y Albert Uderzo (1927) al dibujo comenzaron a publicar en la revista 'Pilote', de la editorial Dargaud, las aventuras del galo más famoso de la historia (8.570.000 entradas en Google): Astérix. Con motivo de esta efeméride, la editorial Salvat saca hoy a la venta en España el álbum 'El aniversario de Astérix y Obélix. El libro de Oro', que cuesta 12 euros y del que se han lanzado 300.000 ejemplares (en castellano, catalán, euskera y gallego).
La importancia del irreductible galo es tal en el imaginario colectivo francés (y europeo) que el primer satélite lanzado por Francia en 1965 fue bautizado con el nombre del héroe mientras que la mascota del Mundial 98 de Francia, el gallo Footix que diseñó Fabrice Pialot, se llama así en homenaje al sufijo '-ix' característico de los nombres de los galos.
Muchos de los 34 libros que componen la colección han sido traducidos a 107 idiomas incluidos el latín, el picardo, el cretense, el póntico o el valenciano. Se han filmado 8 películas de animación (la mejor en 1967, 'Las 12 pruebas de Astérix') y 3 con personajes de carne y hueso (la última, 'Astérix y los Juegos Olímpicos'). En Plailly, a 30 kilómetros al norte de París, hay un parque de atracciones que recrea el universo de Astérix y Obélix.
Y es que Astérix es uno de los grandes del cómic mundial. Su obra, pese a situarse en el año 50 antes de Cristo, durante la conquista romana de la Galia, es una disección de la sociedad occidental actual, en parte tópica, en parte cruda realidad. Sin embargo todos los prejuicios de los que hace gala el cómic como arte se ven reflejados en la obra de Goscinny y Uderzo.
Un lector simplón observará tan solo la apariencia infantil de inocentes peleas y acaloradas discusiones en donde los malos malísimos son derrotados por los héroes que celebran su victoria con un banquete, broche tradicional que cierra la aventura en una exaltación de la amistad y la felicidad.
Sin embargo, un lector perspicaz descubrirá viñetas que anticipan la decadencia romana y el derrumbe de su Imperio: sórdidas orgías que exhiben la lujuria y la gula, como esa donde una señorita cabalga, látigo en mano, sobre un romano que come con la boca en un plato en el suelo; corruptelas políticas que permiten a un personaje exclamar: "¡Me han nombrado gobernador de Condate durante un año! ¡Dispongo de ese tiempo para hacerme rico! ¡Antes de que Roma reaccione ya estaré lejos y forrado!"; o ejemplos de la pereza como Grachus Astutus, el Gobernador de Lutecia, capaz de organizar una red de tráfico ilegal de hoces de oro sólo para distraerse: "Me aburro tanto", afirma bostezando.
Sátira internacional
Los viajes de los galos por el mundo diseccionan la personalidad de los habitantes de diferentes países. En 1969, Astérix viaja a Hispania (un año después Editorial Bruguera lo traería de verdad con traducción de Víctor Mora).
Los lectores de aquella época reconoceríamos con sonrojo que España era un país verdaderamente pobre, donde el turismo era la fuente principal de ingresos y el clima su recurso más preciado. Algunos iberos se observan gallardos, nobles y orgullosos, pero otros son desharrapados, juerguistas, cuando no timadores y buscavidas. Son célebres las fiestas populares de nuestro país, así como las desastrosas carreteras.
La sátira es un género que Goscinny domina a la perfección, denunciando vicios, locuras, abusos o deficiencias. Pero sus ridiculizaciones son tan sutiles, irónicas y sarcásticas que su obra ha sido encorsetada ingenuamente como infantil y no como ejemplo de crítica política y social con dosis iguales de humor e inteligencia.
La importancia del irreductible galo es tal en el imaginario colectivo francés (y europeo) que el primer satélite lanzado por Francia en 1965 fue bautizado con el nombre del héroe mientras que la mascota del Mundial 98 de Francia, el gallo Footix que diseñó Fabrice Pialot, se llama así en homenaje al sufijo '-ix' característico de los nombres de los galos.
Muchos de los 34 libros que componen la colección han sido traducidos a 107 idiomas incluidos el latín, el picardo, el cretense, el póntico o el valenciano. Se han filmado 8 películas de animación (la mejor en 1967, 'Las 12 pruebas de Astérix') y 3 con personajes de carne y hueso (la última, 'Astérix y los Juegos Olímpicos'). En Plailly, a 30 kilómetros al norte de París, hay un parque de atracciones que recrea el universo de Astérix y Obélix.
Y es que Astérix es uno de los grandes del cómic mundial. Su obra, pese a situarse en el año 50 antes de Cristo, durante la conquista romana de la Galia, es una disección de la sociedad occidental actual, en parte tópica, en parte cruda realidad. Sin embargo todos los prejuicios de los que hace gala el cómic como arte se ven reflejados en la obra de Goscinny y Uderzo.
Un lector simplón observará tan solo la apariencia infantil de inocentes peleas y acaloradas discusiones en donde los malos malísimos son derrotados por los héroes que celebran su victoria con un banquete, broche tradicional que cierra la aventura en una exaltación de la amistad y la felicidad.
Sin embargo, un lector perspicaz descubrirá viñetas que anticipan la decadencia romana y el derrumbe de su Imperio: sórdidas orgías que exhiben la lujuria y la gula, como esa donde una señorita cabalga, látigo en mano, sobre un romano que come con la boca en un plato en el suelo; corruptelas políticas que permiten a un personaje exclamar: "¡Me han nombrado gobernador de Condate durante un año! ¡Dispongo de ese tiempo para hacerme rico! ¡Antes de que Roma reaccione ya estaré lejos y forrado!"; o ejemplos de la pereza como Grachus Astutus, el Gobernador de Lutecia, capaz de organizar una red de tráfico ilegal de hoces de oro sólo para distraerse: "Me aburro tanto", afirma bostezando.
Sátira internacional
Los viajes de los galos por el mundo diseccionan la personalidad de los habitantes de diferentes países. En 1969, Astérix viaja a Hispania (un año después Editorial Bruguera lo traería de verdad con traducción de Víctor Mora).
Los lectores de aquella época reconoceríamos con sonrojo que España era un país verdaderamente pobre, donde el turismo era la fuente principal de ingresos y el clima su recurso más preciado. Algunos iberos se observan gallardos, nobles y orgullosos, pero otros son desharrapados, juerguistas, cuando no timadores y buscavidas. Son célebres las fiestas populares de nuestro país, así como las desastrosas carreteras.
La sátira es un género que Goscinny domina a la perfección, denunciando vicios, locuras, abusos o deficiencias. Pero sus ridiculizaciones son tan sutiles, irónicas y sarcásticas que su obra ha sido encorsetada ingenuamente como infantil y no como ejemplo de crítica política y social con dosis iguales de humor e inteligencia.
Publicado en Heraldo