Will Eisner, creador de la serie 'The Spirit', se inventó una etiqueta para romper la manida asociación cómic-superhéroes. Vendía a sus editores una historia en viñetas 'para adultos': 'Contrato con Dios' (1978). Lo llamó 'novela gráfica' y la fórmula funcionó. Tres décadas después, las obras englobados bajo ese término han ayudado a redescubrir el género a un público que había abandonado los tebeos en la infancia o nunca se había asomado a él.
La etiqueta que abrió el mercado y que enarbolan títulos como 'Maus' (sobre el Holocausto nazi), 'Persépolis' (la revolución iraní) o 'Epiléptico' (convivir con la enfermedad) es uno de los motivos del auge del sector en España, según explican los responsables de editoriales y tiendas y los propios autores.
La diferencia respecto a la idea tradicional de tebeo reside en el hecho de ser obras autoconclusivas, costumbristas, sobre historias reales y con tintes sociales o biográficos en su mayoría. Una etiqueta, básicamente, pues la frontera de qué es la novela gráfica no deja de ser difusa.
Hay cómic más allá del manga y los superhéroes, aunque estos géneros sigan siendo los de mayor éxito de ventas y público en España. El salto desde las librerías especializadas ya está dado y las grandes cadenas estiran su oferta cada vez más.
La novela gráfica "ha sido como un 'boom' que le ha permitido por fin salir del gueto", explican los responsables de The Cómic Co., tienda de Madrid con apenas cinco años de andadura. "Siempre se ha asociado al tebeo adolescente. Mortadelo, Tintín, Asterix... Pero los lectores se van dando cuenta de que puede ser un medio como el teatro el cine, en los que hay obras infantiles y también adultas", comentan Jaime Martín y Víctor Soler, ex creativo publicitario e ilustrador, respectivamente.
"La creación del Premio Nacional del Cómic ha ayudado mucho, ha servido para que esté mejor atendido en los medios de comunicación. También la llegada de comics a las escuelas y a las bibliotecas públicas", destaca el director general de Norma Editorial -una de las veteranas-, Óscar Valiente.
Astiberri es de las editoriales de cómic españolas más jóvenes, pero en sólo ocho años se ha hecho con un fondo que aglutina algunas de las novelas gráficas más valoradas y vendidas de los últimos tiempos, como 'Blankets' (una historia de amor y crecimiento), 'Pyongyang' (la vida en Corea del Norte) o 'Píldoras azules' (la relación familiar con enfermos de VIH).
Cada mes llegan entre 60 y 100 novedades, con lo que la renovación de títulos en las estanterías de las tiendas en constante
"Son títulos de largo recorrido, que siguen vendiéndose años después y de los que hacemos una edición o dos al año. Tenemos un fondo muy sólido que nos permite non depender solamente de la venta de novedades....", explica uno de sus editores, Laureano Domínguez.
Factor suerte, pero también olfato preciso. "Usamos la vieja táctica de leer los libros en vez de tener un punto de vista exclusivamente comercial. Y tomamos las decisiones siempre por unanimidad", comenta. "Buscábamos un público adulto, independientemente de su edad, que no fuera el habitual lector del cómic. Queríamos salir del 'gueto' habitual", añade en la misma línea.
Hay tópicos a tumbar -la figura del 'friqui' y del lector estereotipado, así como del carácter infantil y fantástico del medio, indican desde el sector- y un universo de lecturas del que muchos no son conscientes. "Hay gente que entra de rebote a la tienda, porque ha leído una reseña sobre un cómic o le han recomendado algo en concreto, que nos comenta siempre que se queda alucinada de la cantidad de material y de historias que les pueden interesar", indican desde uno de los locales de Generación X -cadena especializada en cómics, juegos de mesa y figuras-.
'Fuga de cerebros'
El mercado franco-belga es la referencia. Se utiliza constantemente como elemento comparativo. Autores y editores suspiran ante el tratamiento al cómic en un país donde los colegios realizan excursiones a Angoulême, uno de los principales salones de Europa, donde las tiradas que pueden llegar al millón y donde hace años los telediarios abrieron con la noticia de la vuelta de Spirou, uno de las series míticas.
Muchos autores españoles, previo paso generalmente por los fanzines, consiguen primero publican allí, como ha sido el caso de la serie Jazz Maynard, de Raule y Roger Ibáñez, alumbrada por la francesa Dargaud, también responsable del éxito a nivel internacional de Ana Miralles, dibujante de la serie 'Djinn' -Gran Premio de la pasada edición del Salón del Cómic de Barcelona-.
"Como comprar los derechos de una obra ya publicada en el extranjero le sale más rentable económicamente a los editores -más que encargar la obra de forma directa-, es una de las fórmulas más utilizadas por los editores españoles. Una apuesta con la que el editor no se arriesga para nada, pero el autor tiene que emigrar para ver su obra en castellano". El último informe anual de la Asociación de Autores de Cómic de España, publicado en 2008 (no hay fondos todavía para establecer el estudio de forma anual), analizaba así la problemática de los implicados en el proceso de creación de viñetas.
"Es eso que se llama fuga de cerebros. Muchos dibujantes se van fuera porque aquí no hay forma de vivir de esto. Aquí sobrevives con trabajitos que te van saliendo", explica el vicepresidente de esta Asociación, Julio Martínez 'Mart', que en su caso lo compagina con encargos variados como ilustrador, todo desde el salón de su casa.
Ni siquiera hay autores estrella. Sí algunos mediáticos como Ibáñez, el padre de series españolas como Mortadelo, 13 Rue del Percebe (acaba de llegar a las tiendas una edición de coleccionista en tres dimensiones), Rompetechos... Pero no hay un 'Almodóvar' de las viñetas. "La industria tampoco da para ello", añade Mart, tras explicar que las tiradas del mercado español son "ridículas si las comparas con Francia u otros países". Una media de 2.000 el de tapa dura y de 5.000 si viene de fuera o ya tiene un éxito detrás, apunta. Desde 'Generación X' destacan también esa diferencia: "Un cómic con cierta popularidad en Francia puede llegar al millón o los cientos de miles de ejemplares".
"Adquirimos el compromiso de representar a un autor dentro y fuera de España. Pagamos un adelanto, para que pueda dedicar seis, ocho o doce mese a una obra. Eso hace que no produzcamos todo lo que querríamos, porque no es tan fácil y hay un riesgo. Aunque todavía cuesta mucho 'vender' a autores españoles en otros países sí van llegando. Daniel Torres, Victoria Francés, Miguelanxo Prado....", explica desde el otro lado el director general de Norma, una de las veteranas del sector.
Apoyo institucional 'casi nulo'
En 2007, según el informe de la Asociación de Autores, se publicaron casi 2.900 títulos. Casi un 70% del pastel se lo reparten entre EEUU y Japón. Europa y España representan un 15 y un 12% cada una. Al mes salen a la venta entre 60 y 100 novedades, con lo que la renovación de títulos en las estanterías de las tiendas en constante y muchos caen en el olvido de la descatalogación.
El aluvión es mayor en vísperas de Navidad -como en tantos otros, uno de los puntos fuertes del sector- o de la cita indiscutible del sector en España, el Salón Internacional de Barcelona. Tanto es así que en los tres años desde la creación del Premio Nacional del Cómic, la obra galardonada siempre ha coincidido con lo más valorado en la ciudad condal unos meses antes. Los Premios Nacionales de 'Bardín el Superrealista', de Francesc Capdevilla 'Max', 'Arrugas', de Paco Roca, y 'Las serpientes ciegas', de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí, se llevaron en Barcelona al menos el premio a la mejor obra y al de mejor guión antes de obtener el reconocimiento del Ministerio de Cultura.
Ferias y salones, con sus propios galardones, son el principal elemento dinamizador. Las citas se suceden: hace dos fines de semana en Getxo, dentro de dos en Zaragoza... La próxima parada es, desde este jueves al domingo, Expocomic. "Hay muchas citas, algunas llegan a parecer mercadillos, pero es lógico que se orienten a la venta, ya que el apoyo institucional es practicamente nulo", subraya Mart.
"Son una oportunidad para los lectores, que pueden tener cerca a sus autores, charlar con ellos, conseguir firmas... Pero también desde el otro lado. El autor es un personaje difícil, que trabaja en solitario y se pasa ocho o diez horas al día frente a su tablero", cuenta el director de la XII edición de este Salón del Cómic de Madrid, Emilio González. "Ante la crisis hemos preferido optar por sonreír. La hemos combatido con humor y estamos tirando la casa por la ventana, con cerca de 70 autores. Más que nunca".
El XII Salón Internacional del Tebeo de Madrid se celebra en el Pabellón de Convenciones del Recinto Ferial de la Casa de Campo, del 10 al 13 de diciembre de 10.00 a 21.00 horas. Entrada: 5 €.
La etiqueta que abrió el mercado y que enarbolan títulos como 'Maus' (sobre el Holocausto nazi), 'Persépolis' (la revolución iraní) o 'Epiléptico' (convivir con la enfermedad) es uno de los motivos del auge del sector en España, según explican los responsables de editoriales y tiendas y los propios autores.
La diferencia respecto a la idea tradicional de tebeo reside en el hecho de ser obras autoconclusivas, costumbristas, sobre historias reales y con tintes sociales o biográficos en su mayoría. Una etiqueta, básicamente, pues la frontera de qué es la novela gráfica no deja de ser difusa.
Hay cómic más allá del manga y los superhéroes, aunque estos géneros sigan siendo los de mayor éxito de ventas y público en España. El salto desde las librerías especializadas ya está dado y las grandes cadenas estiran su oferta cada vez más.
La novela gráfica "ha sido como un 'boom' que le ha permitido por fin salir del gueto", explican los responsables de The Cómic Co., tienda de Madrid con apenas cinco años de andadura. "Siempre se ha asociado al tebeo adolescente. Mortadelo, Tintín, Asterix... Pero los lectores se van dando cuenta de que puede ser un medio como el teatro el cine, en los que hay obras infantiles y también adultas", comentan Jaime Martín y Víctor Soler, ex creativo publicitario e ilustrador, respectivamente.
"La creación del Premio Nacional del Cómic ha ayudado mucho, ha servido para que esté mejor atendido en los medios de comunicación. También la llegada de comics a las escuelas y a las bibliotecas públicas", destaca el director general de Norma Editorial -una de las veteranas-, Óscar Valiente.
Astiberri es de las editoriales de cómic españolas más jóvenes, pero en sólo ocho años se ha hecho con un fondo que aglutina algunas de las novelas gráficas más valoradas y vendidas de los últimos tiempos, como 'Blankets' (una historia de amor y crecimiento), 'Pyongyang' (la vida en Corea del Norte) o 'Píldoras azules' (la relación familiar con enfermos de VIH).
Cada mes llegan entre 60 y 100 novedades, con lo que la renovación de títulos en las estanterías de las tiendas en constante
"Son títulos de largo recorrido, que siguen vendiéndose años después y de los que hacemos una edición o dos al año. Tenemos un fondo muy sólido que nos permite non depender solamente de la venta de novedades....", explica uno de sus editores, Laureano Domínguez.
Factor suerte, pero también olfato preciso. "Usamos la vieja táctica de leer los libros en vez de tener un punto de vista exclusivamente comercial. Y tomamos las decisiones siempre por unanimidad", comenta. "Buscábamos un público adulto, independientemente de su edad, que no fuera el habitual lector del cómic. Queríamos salir del 'gueto' habitual", añade en la misma línea.
Hay tópicos a tumbar -la figura del 'friqui' y del lector estereotipado, así como del carácter infantil y fantástico del medio, indican desde el sector- y un universo de lecturas del que muchos no son conscientes. "Hay gente que entra de rebote a la tienda, porque ha leído una reseña sobre un cómic o le han recomendado algo en concreto, que nos comenta siempre que se queda alucinada de la cantidad de material y de historias que les pueden interesar", indican desde uno de los locales de Generación X -cadena especializada en cómics, juegos de mesa y figuras-.
'Fuga de cerebros'
El mercado franco-belga es la referencia. Se utiliza constantemente como elemento comparativo. Autores y editores suspiran ante el tratamiento al cómic en un país donde los colegios realizan excursiones a Angoulême, uno de los principales salones de Europa, donde las tiradas que pueden llegar al millón y donde hace años los telediarios abrieron con la noticia de la vuelta de Spirou, uno de las series míticas.
Muchos autores españoles, previo paso generalmente por los fanzines, consiguen primero publican allí, como ha sido el caso de la serie Jazz Maynard, de Raule y Roger Ibáñez, alumbrada por la francesa Dargaud, también responsable del éxito a nivel internacional de Ana Miralles, dibujante de la serie 'Djinn' -Gran Premio de la pasada edición del Salón del Cómic de Barcelona-.
"Como comprar los derechos de una obra ya publicada en el extranjero le sale más rentable económicamente a los editores -más que encargar la obra de forma directa-, es una de las fórmulas más utilizadas por los editores españoles. Una apuesta con la que el editor no se arriesga para nada, pero el autor tiene que emigrar para ver su obra en castellano". El último informe anual de la Asociación de Autores de Cómic de España, publicado en 2008 (no hay fondos todavía para establecer el estudio de forma anual), analizaba así la problemática de los implicados en el proceso de creación de viñetas.
"Es eso que se llama fuga de cerebros. Muchos dibujantes se van fuera porque aquí no hay forma de vivir de esto. Aquí sobrevives con trabajitos que te van saliendo", explica el vicepresidente de esta Asociación, Julio Martínez 'Mart', que en su caso lo compagina con encargos variados como ilustrador, todo desde el salón de su casa.
Ni siquiera hay autores estrella. Sí algunos mediáticos como Ibáñez, el padre de series españolas como Mortadelo, 13 Rue del Percebe (acaba de llegar a las tiendas una edición de coleccionista en tres dimensiones), Rompetechos... Pero no hay un 'Almodóvar' de las viñetas. "La industria tampoco da para ello", añade Mart, tras explicar que las tiradas del mercado español son "ridículas si las comparas con Francia u otros países". Una media de 2.000 el de tapa dura y de 5.000 si viene de fuera o ya tiene un éxito detrás, apunta. Desde 'Generación X' destacan también esa diferencia: "Un cómic con cierta popularidad en Francia puede llegar al millón o los cientos de miles de ejemplares".
"Adquirimos el compromiso de representar a un autor dentro y fuera de España. Pagamos un adelanto, para que pueda dedicar seis, ocho o doce mese a una obra. Eso hace que no produzcamos todo lo que querríamos, porque no es tan fácil y hay un riesgo. Aunque todavía cuesta mucho 'vender' a autores españoles en otros países sí van llegando. Daniel Torres, Victoria Francés, Miguelanxo Prado....", explica desde el otro lado el director general de Norma, una de las veteranas del sector.
Apoyo institucional 'casi nulo'
En 2007, según el informe de la Asociación de Autores, se publicaron casi 2.900 títulos. Casi un 70% del pastel se lo reparten entre EEUU y Japón. Europa y España representan un 15 y un 12% cada una. Al mes salen a la venta entre 60 y 100 novedades, con lo que la renovación de títulos en las estanterías de las tiendas en constante y muchos caen en el olvido de la descatalogación.
El aluvión es mayor en vísperas de Navidad -como en tantos otros, uno de los puntos fuertes del sector- o de la cita indiscutible del sector en España, el Salón Internacional de Barcelona. Tanto es así que en los tres años desde la creación del Premio Nacional del Cómic, la obra galardonada siempre ha coincidido con lo más valorado en la ciudad condal unos meses antes. Los Premios Nacionales de 'Bardín el Superrealista', de Francesc Capdevilla 'Max', 'Arrugas', de Paco Roca, y 'Las serpientes ciegas', de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí, se llevaron en Barcelona al menos el premio a la mejor obra y al de mejor guión antes de obtener el reconocimiento del Ministerio de Cultura.
Ferias y salones, con sus propios galardones, son el principal elemento dinamizador. Las citas se suceden: hace dos fines de semana en Getxo, dentro de dos en Zaragoza... La próxima parada es, desde este jueves al domingo, Expocomic. "Hay muchas citas, algunas llegan a parecer mercadillos, pero es lógico que se orienten a la venta, ya que el apoyo institucional es practicamente nulo", subraya Mart.
"Son una oportunidad para los lectores, que pueden tener cerca a sus autores, charlar con ellos, conseguir firmas... Pero también desde el otro lado. El autor es un personaje difícil, que trabaja en solitario y se pasa ocho o diez horas al día frente a su tablero", cuenta el director de la XII edición de este Salón del Cómic de Madrid, Emilio González. "Ante la crisis hemos preferido optar por sonreír. La hemos combatido con humor y estamos tirando la casa por la ventana, con cerca de 70 autores. Más que nunca".
El XII Salón Internacional del Tebeo de Madrid se celebra en el Pabellón de Convenciones del Recinto Ferial de la Casa de Campo, del 10 al 13 de diciembre de 10.00 a 21.00 horas. Entrada: 5 €.
Fuente: Lucía González, El Mundo