La historieta se aventura más allá de personajes con superpoderes, guerreros enmascarados, vaqueros intrépidos e irreductibles galos.
El tebeo asalta sin ambages las tramas financieras, las corruptelas políticas, las estrecheces económicas y la violación de derechos humanos.
La actualidad trufa los estantes de las librerías.
El cómic ha tratado temas muy amplios a lo largo de su historia. La diferencia es que mientras entonces se solía recurrir a algún héroe para abordarlos, ahora la protagonista es la propia narración. Laureano Domínguez, editor de Astiberri.
Este sello bilbaíno está detrás del primer volumen de El negocio de los negocios (Astiberri), una historieta que relata cómo destapó el periodista Denis Robert el caso Clearstream.
Este escándalo hizo temblar los cimientos del establishment galo y ha sido una bomba de relojería que se han ido pasando mutuamente dos correligionarios y, a un tiempo, enemigos íntimos: Nicolas Sarkozy y Dominique de Villepin.
Francia es, precisamente, la patria de varios títulos de connotaciones políticas.
Uno de los más llamativos es La cara oculta de Sarkozy (Glénat), biografía no autorizada del actual presidente de la República.
Sus páginas también rezuman ambición, puñaladas políticas y hasta problemas conyugales.
En España han aparecido dos títulos aprovechando su estela: La eZPaña de ZP y La EsPPaña de Rajoy (Comic Books).
El manga o tebeo japonés ha puesto su grano de arena en esta tendencia.
Mucho antes de que emergiera el fenómeno Barack Obama, apareció Eagle (Glénat).
A lo largo de sus 5 volúmenes, este cómic relata el ascenso de un estadounidense de origen asiático a la Casa Blanca.
Pero sus aspiraciones deberán transitar por los tortuosos pasadizos de la política de Washington.
Los personajes más castizos del tebeo nacional tampoco se quedan al margen del día a día ni de las conversaciones de la calle.
Superlópez habla de las hoy famosas hipotecas subprime en A toda crisis (Ediciones B).
Mientras, Mortadelo y Filemón atraviesan toda clase de dificultades para llegar a fin de mes tanto en Gasolina… ¡La ruina! como en ¡Por Isis, llegó la crisis! (Ediciones B).
Esto es una muestra de la vitalidad del género. Estos personajes han tratado siempre temas de actualidad como los Juego Olímpicos, los mundiales de fútbol e incluso el caso Roldán. Laureano Domínguez.
En este aspecto, el cómic sigue el ritmo de otros soportes como el cine, la televisión, la música, las artes plásticas o la escritura.
También de factura nacional, pero en otra línea muy distinta a las de Superlópez y Mortadelo y Filemón, aparece Dinero (Reservoir Books).
En lugar de optar por una narración, esta obra es un compendio de viñetas mordaces realizadas por el ilustrador Miguel Brieva.
Humor inquietante para apalear el borreguismo de la sociedad de masas, la ignorancia y el consumismo.
Hace ya tiempo que la novela gráfica cuenta con sus títulos de referencia.
Quizá la obra más famosa sea Maus (Planeta DeAgostini y Reservoir Books).
Su autor, Art Spiegelman, relata en ella la compleja relación con su padre y la forma en que este último logró sobrevivir al holocausto.
Este cómic llegó a recibir el Premio Pulitzer en 1992.
Más tarde han aparecido otros trabajos recomendables para engrosar cualquier biblioteca.
Los aficionados a la historia apreciarán el esmero con que Jason Lutes refleja la convulsa Alemania de entreguerras en Berlín (Astiberri).
Sus páginas vibran con el jazz de los cabarets, las vanguardias artísticas, las miserias proletarias y los matones uniformados.
Persépolis (Norma) es, entre tanto, la perspicaz mirada infantil de Marjane Satrapi hacia la revolución iraní. La sustitución de una dictadura militar por una tiranía teológica.
Relatos sobre Palestina
Oriente Próximo y su interminable lista de conflictos ha recibido un tratamiento preferente por parte del noveno arte.
Algunos de los títulos más recientes son El juego de las golondrinas y Me acuerdo (Sins Entido).
Estos trabajos de Zeina Abirached recrean la convulsa vida en el Beirut de los años ochenta.
El mismo conflicto que aborda Vals con Bashir (Salamandra), aunque en este caso bajo una óptica bien distinta: un ex soldado israelí trata de apartar los velos que ha extendido la guerra del Líbano sobre su memoria, en un trabajo cuya versión cinematográfica fue Oscar a la mejor película extranjera. Detrás del vacío se esconden las matanzas de los campos de refugiados de Sabra y Chatila. Metralla (Sins Entido) opta por la senda de la ficción para describir el Israel actual.
La trama: un taxista busca a su padre desaparecido en un atentado junto a la amante de éste.
Palestina (Planeta DeAgostini), de Joe Sacco, es una obra con solera.
Este trabajo es un reportaje periodístico en toda regla sobre la débil convivencia en Tierra Santa y ya ha adquirido, viñeta a viñeta, el apelativo de clásico. Sacco vuelve en una obra reciente a este escenario, reviviendo hechos de 1956, en Notas al pie de Gaza (Mondadori).
Y ya fuera de Oriente Próximo, el autor se ha hecho eco de otros conflictos como el de la antigua Yugoslavia en Gorazde, zona protegida y El mediador (Planeta DeAgostini).
Los desencuentros culturales también sirven para rellenar los tinteros.
Y en este campo Guy Delisle es un experto gracias a sus periplos por media Asia.
El socialismo real de corte estalinista es puesto en evidencia en Pyongyang (Astiberri).
Otro tanto le pasa a la fe capitalista del converso chino en Shenzhen (Astiberri).
Crónicas birmanas (Astiberri) es el título más reciente de este autor canadiense.
En él retrata, a través de tareas tan cotidianas como salir a pasear con un bebé, las situaciones absurdas que genera el régimen militar de Myanmar.
Los asesinatos machistas en Ciudad Juárez han dado la vuelta al mundo en televisión, prensa e internet. Luchadoras (Sins Entido), de Peggy Adam, se suma a la denuncia de las agresiones que viven miles de mujeres allí.
En México también se desarrolla La pérdida (Astiberri), relato de Jessica Abel sobre cómo una joven estadounidense se ve envuelta en una red de tráfico de drogas, secuestros y extorsión.
Fun Home (Reservoir Books) también se embarca en el ámbito de la autobiografía.
A través de sus dibujos, Alison Bechdel describe su tensa relación familiar, la homosexualidad latente de su padre y el descubrimiento de su propia condición de lesbiana. Poco a poco, el noveno arte incrementa su repertorio.
El cambio en la temática ha sido posible porque se ha ampliado la base de lectores. Antes el medio estaba muy enfocado a los incondicionales. Ahora otro tipo de gente sigue los cómics". Y concluye: "Se van perdiendo prejuicios. Laureano Domínguez,
Reflexiones ilustradas para traumas colectivos
Cada generación acaba marcada por un evento, conmocionada por un hecho.
En EE UU, algo de cada babyboomer se refleja en el asesinato de Kennedy y la guerra de Vietnam. Detrás está la pérdida de la inocencia. España tiene su equivalente en la muerte de Franco y la Transición.
El siglo XXI apenas va a cumplir su primera década y ya dispone de sus propios referentes.
El cómic, como otras artes, los ha recogido.
Las Torres Gemelas humeantes son una bisagra en el tiempo.
Un ataque terrorista retransmitido en directo a todo el planeta.
Prime time de destrucción.
Dolorido, EE UU quiso explicaciones y una comisión de investigación produjo un informe sobre cómo se fraguó el 11-S.
El trabajo fue sesudo, pero su posterior traducción a viñetas lo ha hecho más digerible.
El informe 11-S (Panini) abarca el origen de Al Qaeda en las montañas de Afganistán a finales de los ochenta, los tumbos de la organización por Yemen, Sudán y Kenia, y culmina en el jaque sobre suelo norteamericano.
Esta obra ha tenido una secuela, El mundo después del 11-S (Panini), editada con el mismo esmero (tapa dura y a todo color).
Sus páginas dan cabida a las invasiones de Irak y Afganistán, los presos vestidos con monos naranjas de Guantánamo y la tensión con Irán.
España también ha abordado el género del cómic documental.
Los autores de 11-M. La novela gráfica (Panini) recurre a tres personajes ficticios (un periodista, el familiar de una víctima y un policía) para repasar el mayor atentado terrorista acaecido en el país.
En sus páginas, las licencias literarias se mezclan con imágenes demasiado familiares.
Los kilómetros de paraguas afligidos, las colas para donar sangre, los vagones reventados...
El 11-S, el 11-M y la guerra contra el terrorismo, todos tienen su hueco en las viñetas.
El tebeo contribuye a digerir los malos tragos.
Texto: Eduardo G. Ercoreca - Madrid - 02/04/2010 Cinco Días
El tebeo asalta sin ambages las tramas financieras, las corruptelas políticas, las estrecheces económicas y la violación de derechos humanos.
La actualidad trufa los estantes de las librerías.
El cómic ha tratado temas muy amplios a lo largo de su historia. La diferencia es que mientras entonces se solía recurrir a algún héroe para abordarlos, ahora la protagonista es la propia narración. Laureano Domínguez, editor de Astiberri.
Este sello bilbaíno está detrás del primer volumen de El negocio de los negocios (Astiberri), una historieta que relata cómo destapó el periodista Denis Robert el caso Clearstream.
Este escándalo hizo temblar los cimientos del establishment galo y ha sido una bomba de relojería que se han ido pasando mutuamente dos correligionarios y, a un tiempo, enemigos íntimos: Nicolas Sarkozy y Dominique de Villepin.
Francia es, precisamente, la patria de varios títulos de connotaciones políticas.
Uno de los más llamativos es La cara oculta de Sarkozy (Glénat), biografía no autorizada del actual presidente de la República.
Sus páginas también rezuman ambición, puñaladas políticas y hasta problemas conyugales.
En España han aparecido dos títulos aprovechando su estela: La eZPaña de ZP y La EsPPaña de Rajoy (Comic Books).
El manga o tebeo japonés ha puesto su grano de arena en esta tendencia.
Mucho antes de que emergiera el fenómeno Barack Obama, apareció Eagle (Glénat).
A lo largo de sus 5 volúmenes, este cómic relata el ascenso de un estadounidense de origen asiático a la Casa Blanca.
Pero sus aspiraciones deberán transitar por los tortuosos pasadizos de la política de Washington.
Los personajes más castizos del tebeo nacional tampoco se quedan al margen del día a día ni de las conversaciones de la calle.
Superlópez habla de las hoy famosas hipotecas subprime en A toda crisis (Ediciones B).
Mientras, Mortadelo y Filemón atraviesan toda clase de dificultades para llegar a fin de mes tanto en Gasolina… ¡La ruina! como en ¡Por Isis, llegó la crisis! (Ediciones B).
Esto es una muestra de la vitalidad del género. Estos personajes han tratado siempre temas de actualidad como los Juego Olímpicos, los mundiales de fútbol e incluso el caso Roldán. Laureano Domínguez.
En este aspecto, el cómic sigue el ritmo de otros soportes como el cine, la televisión, la música, las artes plásticas o la escritura.
También de factura nacional, pero en otra línea muy distinta a las de Superlópez y Mortadelo y Filemón, aparece Dinero (Reservoir Books).
En lugar de optar por una narración, esta obra es un compendio de viñetas mordaces realizadas por el ilustrador Miguel Brieva.
Humor inquietante para apalear el borreguismo de la sociedad de masas, la ignorancia y el consumismo.
Hace ya tiempo que la novela gráfica cuenta con sus títulos de referencia.
Quizá la obra más famosa sea Maus (Planeta DeAgostini y Reservoir Books).
Su autor, Art Spiegelman, relata en ella la compleja relación con su padre y la forma en que este último logró sobrevivir al holocausto.
Este cómic llegó a recibir el Premio Pulitzer en 1992.
Más tarde han aparecido otros trabajos recomendables para engrosar cualquier biblioteca.
Los aficionados a la historia apreciarán el esmero con que Jason Lutes refleja la convulsa Alemania de entreguerras en Berlín (Astiberri).
Sus páginas vibran con el jazz de los cabarets, las vanguardias artísticas, las miserias proletarias y los matones uniformados.
Persépolis (Norma) es, entre tanto, la perspicaz mirada infantil de Marjane Satrapi hacia la revolución iraní. La sustitución de una dictadura militar por una tiranía teológica.
Relatos sobre Palestina
Oriente Próximo y su interminable lista de conflictos ha recibido un tratamiento preferente por parte del noveno arte.
Algunos de los títulos más recientes son El juego de las golondrinas y Me acuerdo (Sins Entido).
Estos trabajos de Zeina Abirached recrean la convulsa vida en el Beirut de los años ochenta.
El mismo conflicto que aborda Vals con Bashir (Salamandra), aunque en este caso bajo una óptica bien distinta: un ex soldado israelí trata de apartar los velos que ha extendido la guerra del Líbano sobre su memoria, en un trabajo cuya versión cinematográfica fue Oscar a la mejor película extranjera. Detrás del vacío se esconden las matanzas de los campos de refugiados de Sabra y Chatila. Metralla (Sins Entido) opta por la senda de la ficción para describir el Israel actual.
La trama: un taxista busca a su padre desaparecido en un atentado junto a la amante de éste.
Palestina (Planeta DeAgostini), de Joe Sacco, es una obra con solera.
Este trabajo es un reportaje periodístico en toda regla sobre la débil convivencia en Tierra Santa y ya ha adquirido, viñeta a viñeta, el apelativo de clásico. Sacco vuelve en una obra reciente a este escenario, reviviendo hechos de 1956, en Notas al pie de Gaza (Mondadori).
Y ya fuera de Oriente Próximo, el autor se ha hecho eco de otros conflictos como el de la antigua Yugoslavia en Gorazde, zona protegida y El mediador (Planeta DeAgostini).
Los desencuentros culturales también sirven para rellenar los tinteros.
Y en este campo Guy Delisle es un experto gracias a sus periplos por media Asia.
El socialismo real de corte estalinista es puesto en evidencia en Pyongyang (Astiberri).
Otro tanto le pasa a la fe capitalista del converso chino en Shenzhen (Astiberri).
Crónicas birmanas (Astiberri) es el título más reciente de este autor canadiense.
En él retrata, a través de tareas tan cotidianas como salir a pasear con un bebé, las situaciones absurdas que genera el régimen militar de Myanmar.
Los asesinatos machistas en Ciudad Juárez han dado la vuelta al mundo en televisión, prensa e internet. Luchadoras (Sins Entido), de Peggy Adam, se suma a la denuncia de las agresiones que viven miles de mujeres allí.
En México también se desarrolla La pérdida (Astiberri), relato de Jessica Abel sobre cómo una joven estadounidense se ve envuelta en una red de tráfico de drogas, secuestros y extorsión.
Fun Home (Reservoir Books) también se embarca en el ámbito de la autobiografía.
A través de sus dibujos, Alison Bechdel describe su tensa relación familiar, la homosexualidad latente de su padre y el descubrimiento de su propia condición de lesbiana. Poco a poco, el noveno arte incrementa su repertorio.
El cambio en la temática ha sido posible porque se ha ampliado la base de lectores. Antes el medio estaba muy enfocado a los incondicionales. Ahora otro tipo de gente sigue los cómics". Y concluye: "Se van perdiendo prejuicios. Laureano Domínguez,
Reflexiones ilustradas para traumas colectivos
Cada generación acaba marcada por un evento, conmocionada por un hecho.
En EE UU, algo de cada babyboomer se refleja en el asesinato de Kennedy y la guerra de Vietnam. Detrás está la pérdida de la inocencia. España tiene su equivalente en la muerte de Franco y la Transición.
El siglo XXI apenas va a cumplir su primera década y ya dispone de sus propios referentes.
El cómic, como otras artes, los ha recogido.
Las Torres Gemelas humeantes son una bisagra en el tiempo.
Un ataque terrorista retransmitido en directo a todo el planeta.
Prime time de destrucción.
Dolorido, EE UU quiso explicaciones y una comisión de investigación produjo un informe sobre cómo se fraguó el 11-S.
El trabajo fue sesudo, pero su posterior traducción a viñetas lo ha hecho más digerible.
El informe 11-S (Panini) abarca el origen de Al Qaeda en las montañas de Afganistán a finales de los ochenta, los tumbos de la organización por Yemen, Sudán y Kenia, y culmina en el jaque sobre suelo norteamericano.
Esta obra ha tenido una secuela, El mundo después del 11-S (Panini), editada con el mismo esmero (tapa dura y a todo color).
Sus páginas dan cabida a las invasiones de Irak y Afganistán, los presos vestidos con monos naranjas de Guantánamo y la tensión con Irán.
España también ha abordado el género del cómic documental.
Los autores de 11-M. La novela gráfica (Panini) recurre a tres personajes ficticios (un periodista, el familiar de una víctima y un policía) para repasar el mayor atentado terrorista acaecido en el país.
En sus páginas, las licencias literarias se mezclan con imágenes demasiado familiares.
Los kilómetros de paraguas afligidos, las colas para donar sangre, los vagones reventados...
El 11-S, el 11-M y la guerra contra el terrorismo, todos tienen su hueco en las viñetas.
El tebeo contribuye a digerir los malos tragos.
Texto: Eduardo G. Ercoreca - Madrid - 02/04/2010 Cinco Días