Desde el 19 de marzo más de 1.300 autores europeos han firmado un “llamamiento digital” por el cual se insta a los dibujantes y guionistas a servirse de su derecho moral para negarse a la explotación de sus obras en forma digital, en tanto que no haya tenido lugar un acuerdo entre los autores y los editores, mediado por los Ministerios de Cultura correspondientes de cada país.
De manera bastante previsible los editores europeos han empezado a citar a los autores, uno por uno, para tratar de explicarles su modelo económico y especialmente para conseguir que accedan a dejar en sus manos el control de los derechos de su obra.
El problema que encontramos en esta actuación, al igual que el resto de autores europeos, es que si como dicen los editores: “el cómic digital es un libro como los otros”, las remuneraciones que se pagarían a los autores estarán incluidas en el porcentaje habitual de los derechos de autor, entre el 8 y el 12% del precio de venta al público, pero al venderse a la mitad de precio,
aproximadamente, que el libro impreso en papel y al presentar un IVA/TVA casi cuatro veces superior nos encontramos que los autores recibirán un 50% menos por su trabajo.
Además la cesión del libro para su digitalización se realiza por una tercera empresa, que generalmente es parte de la sociedad que engloba los editores en papel, por lo que dicho paso no queda claro si se considera una cesión a terceros o ellos lo valorarán como la misma edición.
Está claro que esta cesión a un tercero, para la realización de la edición digital, implica que el autor habrá de cobrar el 50% de lo pactado en la venta, como está establecido en la venta a terceros, porcentaje que se hará efectivo en el momento de la cesión, independientemente de que el editor digital pertenezca al mismo grupo editorial que el editor en papel.
A su vez nos encontramos con un segundo problema: dejar la obra en manos de los editores para su digitalización causará una falta de control sobre la misma por parte de los autores. Poder ver un cómic en un teléfono móvil, en la pantalla de un ordenador, o en otro sistema digital, ¿se considera difundir la obra original?, ¿es una adaptación?, ¿o es una obra derivada? Lo que sí está claro es que se producirá una modificación del mismo para adaptarlo al nuevo formato. Si alteramos la ordenación de las viñetas, el formato de la página o el sentido de la lectura, necesario para llevar un cómic en su versión impresa a un formato digital, estamos haciendo una adaptación y por lo tanto el autor deberá controlar toda modificación que se realice a su obra.
Al igual que sucede en el resto de Europa es necesario que entendamos que hemos de mantener un frente común para hacer ver a los editores que la revolución digital nunca podrá hacerse sin
nuestra plena participación. El libro digital no existirá sin nuestro trabajo y por lo tanto es necesario
que se entienda que también tenemos una opinión sobre el futuro del mercado digital.
Así hacemos nuestras las reivindicaciones de los autores franceses, exigiendo la puesta en marcha de un grupo de trabajo compuesto por editores y autores, bajo el patrocinio del Ministerio de Cultura, para:
- Vigilar y estudiar la evolución del mercado del cómic digital.
- Identificar las buenas prácticas.
- Señalar y favorecer los usos equitativos.
- Garantizar que la evolución de las técnicas suponga una pertinente evolución en los términos de los contratos de cesión.
- Vigilar que las remuneraciones sean proporcionales al éxito de la difusión y consumo de nuestras
obras.
- Observar que el libro digital sea adaptado a los soportes de difusión, a su evolución y a la interoperabilidad de los materiales que permita acceder a ellos.
Queremos que toda adaptación digital de nuestros cómics sea sometida a nuestra validación y ser co-firmantes de toda cesión de nuestros derechos digitales a un tercero, siendo este contrato
distinto del principal de edición y que a su vez sea limitado en el tiempo o adaptable y renegociable a medida de la evolución de los diferentes sistemas de difusión digital.
Mientras no exista una mínima concertación de soluciones, existiendo actualmente sólo las expuestas por los editores, con las que están organizando este mercado de la manera más cómoda y beneficiosa para ellos, rehusemos autorizar la explotación de nuestras obras en su formato digital y apelemos a todos los autores de cómic y del libro en general a hacer lo mismo. La revolución del formato digital ha llegado y estamos de acuerdo con ella, pero debemos hacer oír nuestra voz para ser parte del mismo y no podemos permitir que su llegada pase por encima de nuestras obras y nuestros derechos.
Texto: AACE
De manera bastante previsible los editores europeos han empezado a citar a los autores, uno por uno, para tratar de explicarles su modelo económico y especialmente para conseguir que accedan a dejar en sus manos el control de los derechos de su obra.
El problema que encontramos en esta actuación, al igual que el resto de autores europeos, es que si como dicen los editores: “el cómic digital es un libro como los otros”, las remuneraciones que se pagarían a los autores estarán incluidas en el porcentaje habitual de los derechos de autor, entre el 8 y el 12% del precio de venta al público, pero al venderse a la mitad de precio,
aproximadamente, que el libro impreso en papel y al presentar un IVA/TVA casi cuatro veces superior nos encontramos que los autores recibirán un 50% menos por su trabajo.
Además la cesión del libro para su digitalización se realiza por una tercera empresa, que generalmente es parte de la sociedad que engloba los editores en papel, por lo que dicho paso no queda claro si se considera una cesión a terceros o ellos lo valorarán como la misma edición.
Está claro que esta cesión a un tercero, para la realización de la edición digital, implica que el autor habrá de cobrar el 50% de lo pactado en la venta, como está establecido en la venta a terceros, porcentaje que se hará efectivo en el momento de la cesión, independientemente de que el editor digital pertenezca al mismo grupo editorial que el editor en papel.
A su vez nos encontramos con un segundo problema: dejar la obra en manos de los editores para su digitalización causará una falta de control sobre la misma por parte de los autores. Poder ver un cómic en un teléfono móvil, en la pantalla de un ordenador, o en otro sistema digital, ¿se considera difundir la obra original?, ¿es una adaptación?, ¿o es una obra derivada? Lo que sí está claro es que se producirá una modificación del mismo para adaptarlo al nuevo formato. Si alteramos la ordenación de las viñetas, el formato de la página o el sentido de la lectura, necesario para llevar un cómic en su versión impresa a un formato digital, estamos haciendo una adaptación y por lo tanto el autor deberá controlar toda modificación que se realice a su obra.
Al igual que sucede en el resto de Europa es necesario que entendamos que hemos de mantener un frente común para hacer ver a los editores que la revolución digital nunca podrá hacerse sin
nuestra plena participación. El libro digital no existirá sin nuestro trabajo y por lo tanto es necesario
que se entienda que también tenemos una opinión sobre el futuro del mercado digital.
Así hacemos nuestras las reivindicaciones de los autores franceses, exigiendo la puesta en marcha de un grupo de trabajo compuesto por editores y autores, bajo el patrocinio del Ministerio de Cultura, para:
- Vigilar y estudiar la evolución del mercado del cómic digital.
- Identificar las buenas prácticas.
- Señalar y favorecer los usos equitativos.
- Garantizar que la evolución de las técnicas suponga una pertinente evolución en los términos de los contratos de cesión.
- Vigilar que las remuneraciones sean proporcionales al éxito de la difusión y consumo de nuestras
obras.
- Observar que el libro digital sea adaptado a los soportes de difusión, a su evolución y a la interoperabilidad de los materiales que permita acceder a ellos.
Queremos que toda adaptación digital de nuestros cómics sea sometida a nuestra validación y ser co-firmantes de toda cesión de nuestros derechos digitales a un tercero, siendo este contrato
distinto del principal de edición y que a su vez sea limitado en el tiempo o adaptable y renegociable a medida de la evolución de los diferentes sistemas de difusión digital.
Mientras no exista una mínima concertación de soluciones, existiendo actualmente sólo las expuestas por los editores, con las que están organizando este mercado de la manera más cómoda y beneficiosa para ellos, rehusemos autorizar la explotación de nuestras obras en su formato digital y apelemos a todos los autores de cómic y del libro en general a hacer lo mismo. La revolución del formato digital ha llegado y estamos de acuerdo con ella, pero debemos hacer oír nuestra voz para ser parte del mismo y no podemos permitir que su llegada pase por encima de nuestras obras y nuestros derechos.
Texto: AACE