En principio, Mazzucchelli es de New York, pero quién sabe… Un año más, los aragoneses se fueron con su ración de estatuillas del Salón del Cómic de Barcelona. La expedición maña llegó a la gala de entrega de los premios, el viernes por la noche, con la única baza de Nacho Casanova como nominado a la mejor obra por ‘Autobiografía no autorizada III’. Al final, fue Paco Roca, con ‘El invierno del dibujante’, quien subió al escenario a por ese galardón. Pero los premios populares, aquellos que se eligen por votación a través de Internet, deparaban muchas sorpresas. Casanova no se fue de vacío, como tampoco lo hicieron los también aragoneses Malavida, Juan Royo, Josema Carrasco, Epilepsia y Dani García-Nieto. Casi no había dado tiempo a sentarse en las butacas del Palacio de Congresos de la Fira, donde se desarrolló la gala de entrega, cuando sonó el nombre del primer premiado aragonés en la categoría popular.
Juan Royo, incansable en su labor de dar a conocer los tebeos desde hace muchos años en Aragón, recogió la estatuilla a la divulgación tras un año en el que su trabajo se ha visto materializado en el libro ‘Un tratado de cómic’ y en una exitosa exposición dedicada a López Espí, amén de su trabajo para el Salón del Cómic de Zaragoza. A Juan no le dio tiempo ni de sentarse de nuevo. ¡Malavida, premio popular a mejor revista de cómic! A los malavideros, como no podía ser de otra manera, la gala de premios les pilló en el bar, así que Juan lo recogió en su nombre. Tras más de 15 años dándolo todo por el tebeo, el colectivo aragonés volvió a llevarse un premio popular en un Salón en el que dejan toneladas de alegría y buen rollo. Y el pobre Juan Royo siguió sin poderse sentar, porque el premio popular para el mejor fanzine fue para otros que no estaban en la sala, los autores del zaragozano Epilepsia. Tres jóvenes con un futuro prometedor en el mundo de la historieta, y que tienen su publicación a la venta en la librería Taj Mahal de Zaragoza y en Arckam Cómics de Barcelona. Había que rebajar un poco aquel desfile de emociones para la delegación maña -por ahí estaban Carlos Bribían, los Gato Negro, Víctor Romano y alguno más aplaudiendo cosa mala-. El bálsamo para evitar el síncope fue la entrega del premio popular a mejor película, para ‘El gran Vázquez’, de Óscar Aibar, y el premio popular a mejor obra extranjera, para Asterios Polyp, de David Mazzucchelli. Al día siguiente, y dada como acabó la cosa, se extendió la broma sobre el origen de este autor… A Juan, entre el premio propio y los ajenos, ya no le cabían en las manos. Así que fue quien esto suscribe el que tuvo el honor y placer de subir al estrado a por el premio popular a autor revelación, que recayó en el zaragozano Josema Carrasco, dibujante de los álbumes Ciclocirco editados por Sauré. Y servidor tampoco tuvo la ocasión de tomar aliento entre premio y premio, porque el siguiente fue para otro que no estaba allí, mejor guión para el malavidero Dani García-Nieto, por su ‘Aventura bajo el Pirineo‘, un excelente tebeo juvenil al que todavía le queda mucho recorrido. Mientras la gala continuaba este plumilla se encargaba como bien podía de hacer llegar la información a la redacción de Heraldo de Aragón (quizás el único periódico que sacó al día siguiente en papel la lista de ganadores completa). También hubo tiempo para llamar a Josema Carrasco y a los Malavida para anunciarles su triunfo, aunque no se lo acababan de creer… Nacho Casanova acudía al Salón con ‘Autobiografía no autorizada III’, y un cómic tan redondo no podía irse sin premio, aunque fuera popular. El suyo fue a mejor guión. Más que merecido hubiera sido el de mejor obra votada por profesionales, pero se la jugaba con autores más vendidos y conocidos y que igualmente merecían la preciada estatuilla. Paco Roca se llevó el gato al agua con ‘El invierno del dibujante’.
El premio popular a mejor obra fue para Miguel Fuster por ‘Miguel: 15 años en la calle’, un extraordinario tebeo testimonio. Quizás algún poder maño influyó en este galardón, teniendo en cuenta que Fuster agotó las ventas de su álbum en el pasado Salón del Cómic de Zaragoza. Y después llegaron los premios “grandes”.
El éxito aragonés en los premios populares merece una reflexión. Más allá de posibles suspicacias, para las que, por otra parte, no ha lugar hasta donde quien esto escribe sabe, la “colección” de estatuillas con sello maño demuestra la pasión y el apoyo que el tebeo suscita por estas tierras. En su pasada edición, el Salón del Cómic de Zaragoza atrajo a más 16.000 visitantes en tres días, unas cifras que asombran cuando las cuentas fuera de aquí. En Aragón nos gusta, y mucho, hacer, leer y hablar de tebeos. La cita maña con el cómic es un referente en Aragón, pero puede serlo cada vez más para el resto de España si la crisis la respeta. Algo que todavía está por ver…
Texto: OSCAR SENAR
Juan Royo, incansable en su labor de dar a conocer los tebeos desde hace muchos años en Aragón, recogió la estatuilla a la divulgación tras un año en el que su trabajo se ha visto materializado en el libro ‘Un tratado de cómic’ y en una exitosa exposición dedicada a López Espí, amén de su trabajo para el Salón del Cómic de Zaragoza. A Juan no le dio tiempo ni de sentarse de nuevo. ¡Malavida, premio popular a mejor revista de cómic! A los malavideros, como no podía ser de otra manera, la gala de premios les pilló en el bar, así que Juan lo recogió en su nombre. Tras más de 15 años dándolo todo por el tebeo, el colectivo aragonés volvió a llevarse un premio popular en un Salón en el que dejan toneladas de alegría y buen rollo. Y el pobre Juan Royo siguió sin poderse sentar, porque el premio popular para el mejor fanzine fue para otros que no estaban en la sala, los autores del zaragozano Epilepsia. Tres jóvenes con un futuro prometedor en el mundo de la historieta, y que tienen su publicación a la venta en la librería Taj Mahal de Zaragoza y en Arckam Cómics de Barcelona. Había que rebajar un poco aquel desfile de emociones para la delegación maña -por ahí estaban Carlos Bribían, los Gato Negro, Víctor Romano y alguno más aplaudiendo cosa mala-. El bálsamo para evitar el síncope fue la entrega del premio popular a mejor película, para ‘El gran Vázquez’, de Óscar Aibar, y el premio popular a mejor obra extranjera, para Asterios Polyp, de David Mazzucchelli. Al día siguiente, y dada como acabó la cosa, se extendió la broma sobre el origen de este autor… A Juan, entre el premio propio y los ajenos, ya no le cabían en las manos. Así que fue quien esto suscribe el que tuvo el honor y placer de subir al estrado a por el premio popular a autor revelación, que recayó en el zaragozano Josema Carrasco, dibujante de los álbumes Ciclocirco editados por Sauré. Y servidor tampoco tuvo la ocasión de tomar aliento entre premio y premio, porque el siguiente fue para otro que no estaba allí, mejor guión para el malavidero Dani García-Nieto, por su ‘Aventura bajo el Pirineo‘, un excelente tebeo juvenil al que todavía le queda mucho recorrido. Mientras la gala continuaba este plumilla se encargaba como bien podía de hacer llegar la información a la redacción de Heraldo de Aragón (quizás el único periódico que sacó al día siguiente en papel la lista de ganadores completa). También hubo tiempo para llamar a Josema Carrasco y a los Malavida para anunciarles su triunfo, aunque no se lo acababan de creer… Nacho Casanova acudía al Salón con ‘Autobiografía no autorizada III’, y un cómic tan redondo no podía irse sin premio, aunque fuera popular. El suyo fue a mejor guión. Más que merecido hubiera sido el de mejor obra votada por profesionales, pero se la jugaba con autores más vendidos y conocidos y que igualmente merecían la preciada estatuilla. Paco Roca se llevó el gato al agua con ‘El invierno del dibujante’.
El premio popular a mejor obra fue para Miguel Fuster por ‘Miguel: 15 años en la calle’, un extraordinario tebeo testimonio. Quizás algún poder maño influyó en este galardón, teniendo en cuenta que Fuster agotó las ventas de su álbum en el pasado Salón del Cómic de Zaragoza. Y después llegaron los premios “grandes”.
El éxito aragonés en los premios populares merece una reflexión. Más allá de posibles suspicacias, para las que, por otra parte, no ha lugar hasta donde quien esto escribe sabe, la “colección” de estatuillas con sello maño demuestra la pasión y el apoyo que el tebeo suscita por estas tierras. En su pasada edición, el Salón del Cómic de Zaragoza atrajo a más 16.000 visitantes en tres días, unas cifras que asombran cuando las cuentas fuera de aquí. En Aragón nos gusta, y mucho, hacer, leer y hablar de tebeos. La cita maña con el cómic es un referente en Aragón, pero puede serlo cada vez más para el resto de España si la crisis la respeta. Algo que todavía está por ver…
Texto: OSCAR SENAR