Juan Royo ha logrado unir su oficio -economista- con su pasión -el cómic-, enriqueciendo al primero de lo segundo.
Y de esa conjunción nace su obra Un tratado de Cómic, que el propio autor presentó ayer en el Palacio del Condestable de Pamplona, en el marco del II Salón Internacional del Cómic de Navarra.
Un libro que recopila artículos de Juan Royo publicados en revistas de economía nacionales y regionales, así como en medios generalistas (el Heraldo de Aragón, Exit-Z)
Royo (Zaragoza, 1970) reconoce que lo suyo con el Noveno Arte llega al "fetichismo".
Empezó devorando de niño tebeos de Astérix, el Capitán Trueno, el Guerrero del Antifaz, Zipi y Zape o Spiderman, entre otros.
Luego pasó al coleccionismo, y de ahí al fetichismo, un paso.
"Yo realmente escribo sobre autores que me gustan. Soy divulgador, no crítico de cómic", cuenta el autor de este tratado, publicado por 1001 Ediciones y que acerca al lector reseñas, entrevistas y críticas de cómics sobre más de una treintena de obras o autores del género.
Casi todos españoles, "porque a mí lo que me gusta es conocer personalmente a los dibujantes o guionistas sobre los que escribo, tener una cierta relación con ellos", explica Juan Royo, quien ha hecho de Relaciones Públicas de algunos de esos autores en el Salón del Cómic de Zaragoza.
"Les atiendo, doy a conocer su obra, les aporto esa visión comercial que no tienen, de márketing, de difusión", añade el economista, quien asegura que a los autores de cómic "les viene muy bien que les saques a otros medios diferentes, a otros públicos, como cuando escribo de ellos en revistas de economía".
Alfonso Azpiri, Jordi Bayarri, Jaime Calderón, Nacho Casanova, Fernando De Felipe, Carlos Ezquerra y su personaje el Juez Dredd, Manuel Gago, Paul Naschy, Carlos Giménez o Rafael López Espí son algunos de los autores presentes en Un tratado de Cómic, una obra muy visual que incorpora dibujos realizados por autores de cómic expresamente para el libro.
También está presente en el libro Antonio Bernal Romero, "el que hacía las portadas del Capitán Trueno cuando yo era pequeño. Hay ahí algo sentimental...", cuenta Juan Royo.
Y dibujantes "que en España no son conocidos y fuera son increíbles, como Miguel Fuster, uno de los mejores dibujantes de cómic de España que estuvo 15 años de su vida indigente, en la calle, viviendo en cajeros automáticos.
Ahora ya se ha rehabilitado del problema que tenía y da ejemplo de su drama y de su afán de superación; de cómo gracias al tebeo puede salir adelante", añade Royo, quien recibió este año el Premio Popular a la Divulgación del Cómic del Salón de Barcelona.
Tiene claro el objetivo que se marca con este tratado: "Incentivar a la gente a que compre y lea alguno de los cómics de los que habla".
El libro está orientado al público general, aunque su autor es consciente de que su audiencia lectora no será masiva
"Fíjate: el Guerrero del Antifaz en los años 60 vendía 500.000 ejemplares, y hoy en día un cómic que venda 5.000 ya es la bomba. Con lo cual un libro que hable sobre cómics... Esto es minoritario", afirma. El problema, dice, es que en España no hay un mercado, no hay una industria del cómic como tal.
"Sí hay una oferta increíble de dibujantes, guionistas y editoriales, pero no hay demanda, es decir, público. La gente, cuando va a hacer un regalo, compra un libro o un disco antes que un cómic. Y el problema es que el cómic está encasillado en un público infantil. Cuando no es así, porque ahí tienes V de Vendetta, de David Lloyd, obras bien documentadas sobre Chernóbil y muchas otras novelas gráficas", dice.
Texto: Paula Echeverría Foto: Oskar Montero- Pamplona, viernes, 29 de Abril de 2011. DIARIO DE NOTICIAS