Hay imágenes que una fotografía no puede ilustrar; hay ideas que un texto no puede describir; hay opiniones que no se pueden plasmar ni en un blog ni un editorial. Y para remediar esta falta de recursos existe la caricatura, un arte que permite ilustrar, denunciar y expresar ideas de forma universal superando las barreras del tiempo y del lenguaje, provocando además en el lector una necesidad de reflexión. El Museo de Arte Moderno de Sintra (Portugal) albergó recientemente la octava edición de los premios World Press Cartoon, que reconocen a nivel internacional las mejores caricaturas publicadas en medios impresos en 2011. Los dibujantes hispanohablantes fueron los grandes triunfadores: dos españoles, un colombiano afincado en España y un cubano resultaron premiados con cuatro de los nueve galardones que se otorgaban en las tres categorías: Caricatura, Humor y Editorial.
La revista semanal El jueves publicó una viñeta de los príncipes Guillermo y Enrique de Inglaterra tronchándose de risa en la boda del mayor de los hermanos, que le ha valido al dibujante Javier Carbajo el segundo premio de la categoría Caricatura personal. Un dibujo que muestra cómo los hijos de Lady Di y Carlos de Inglaterra, representantes de la monarquía por excelencia (la británica), se mostraban felices y ajenos al mundo real, a la crisis… “Parecían estar al margen de todo. Pensé que la imagen era eterna, y ellos eran eternos”, explica Carbajo.
A diferencia de los textos editoriales, la caricatura es accesible a todo tipo de lector, de todos los estratos sociales y cualquiera que sea su lengua materna. “Es preciso que la caricatura no sea reconocible solamente por el físico sino también por la actitud íntima que retrata el carácter del personaje, además de incluir un factor de entretenimiento de calidad”, asegura Carbajo. David Vela es el ganador del segundo premio del Word Press Cartoon en la categoría de Ilustración Editorial, y para él una buena caricatura es la que hace pensar al lector: “No me gustan los dibujos obvios, quien aprecia una caricatura tiene que haberse hecho preguntas y descifrarlas”. El primero de esta categoría recayó en el cubano Arístides Hernández, Ares.
La Blackberry guiando al pueblo es una parodia de La libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix, y aunque Vela, su creador, piense que cada uno tiene que interpretar el dibujo a su libre albedrío, les adelanto que hace referencia al papel que las nuevas tecnologías y las redes sociales jugaron en las revoluciones que se sucedieron el año pasado a nivel mundial, empezando por el norte de África, y expandiéndose por el sur de Europa hasta llegar a Wall Street. El dibujo fue publicado ilustrando un artículo de Juan Royo en la revista Moneda Única.
Lo que diferencia fundamentalmente a la fotografía de la caricatura es la calidez del mensaje que transmite la segunda, además de un gancho atractivo para cualquier lector. Vela asegura que el dibujo es más personal, “una información en sí misma”, puesto que a pesar de acompañar al texto, no necesariamente tiene que coincidir con este. El colombiano Omar Figueroa, Turcios, se alzó con el segundo premio en la categoría Gag de humor por Radiografía, publicada en el diario La opinión, de Colombia, que muestra la mirada a través de rayos X de un cerebro humano, bajo cuyo cráneo se devela la silueta de un gorila con un plátano el en lugar del cerebro. “Aunque hay fotografías extraordinarias es difícil ilustrar con humor a través del objetivo”. Además del galardón en su categoría, el colombiano obtuvo una mención de honor en la sección Caricatura por un Gadafi sanguinario, rodeado de calaveras y bebiéndose el cerebro de una de ellas como si estuviera degustando una piña colada. Es cierto que el efecto que estas figuras provocan en la conciencia de los lectores no lo consigue una fotografía. Ni siquiera abusando del Photoshop.
Rocío Huerta EL PAÍS