Autor de magníficas portadas de series como El Capitán Trueno, El Jabato o El Corsario de Hierro que hipnotizaron a toda una generación de lectores de tebeos. Su obra fue distribuida fuera de España donde obtuvo un gran reconocimiento.
Antonio Bernal Romero (Hospitalet de Llobregat, Barcelona, 13 de febrero de1924 - Barcelona, 28 de octubre de 2013) ha sido parte esencial de mi vida (y de muchos niños en España).
Recuerdo con nostalgia como, los domingos, bajaba a la desaparecida papelería Arceiz en el pasaje Ciuvasa o a Taj Mahal y mi padre me compraba mis primeros tebeos.
Recuerdo esas hipnóticas portadas ilustradas por Bernal Romero.
Como aquella de la serie Joyas Literarias Juveniles: El buque pirata, la adaptación al cómic de Karl May, con ese marinero desembarcando en tierra sable y pistola en mano.
U otra en la que Goliath, el inseparable compañero del Capitán Trueno se balanceaba de una terrible pitón en El gigantesco Tah-Hok para la colección Súper Aventuras.
En otra de ellas, Goliath, el Capitán Trueno, perfectamente reconocible a pesar de vestir armadura y yelmo, y su amigo vikingo Gundar, se ven enredados en una tela de araña y atemorizados por una (como no) monstruosa araña (El castillo alucinante).
Había justas entre nobles que peleaban por su honor, duelos al sol en el oeste, diligencias atacadas por indios, seres extraterrestres que invadían la tierra y astronautas que partían hacía viajes interestelares.
Estas y muchas más maravillosas portadas abrían de par en par la entrada hacia mundos de aventuras, de intrigas, de viajes, de héroes y villanos, de damiselas en apuros a las que socorrer y de tiranos malvados a los que derrocar.
Bernal Romero fue en gran medida, el artífice del éxito en ventas de diferentes colecciones de tebeos y libros publicados en España en los años sesenta, setenta y ochenta. Muchas de estas colecciones se siguen reeditando hoy en día.
Pero Bernal no era solo apreciado en España. De la mano de diferentes agencias su fama traspasó nuestras fronteras para convertirse en uno de los autores más reclamados.
Siempre que conversaba con Antonio Bernal me recordaba a sus autores favoritos: los hermanos Bosch, Ángel Badia Camps, Noiquet, Jordi Longarón, Harold Von Schmidt o Charles Russell.
Y aquellos que le inculcaron la pasión por el dibujo cuando con seis años devoraba revistas (El Aventurero, Yumbo, Tim Taylor, …) en las cuales descubrió a Alex Raymond y su Flash Gordon, a Harold Foster con Tarzán o a Frank Robbins, el creador de Johnny Hazard.
Antonio Bernal también dio clases de dibujo y en el semanario Capitán Trueno Extra fue el responsable de la sección: Dibuja tú también historietas del Capitán Trueno en donde enseñaba con sencillos ejemplos como dibujar planos de viñetas de diferentes estilos, personajes, escenarios, etc.
Hasta poco antes de su fallecimiento siguió muy activo ilustrando el Jabato para una nueva colección de sus historias y realizando encargos de retratos, marinas y paisajes, cuadros del oeste, prehistoria, animales,…
También retratos, muchos de ellos como obsequio para sus amigos y fans. En mis paredes cuelgan además de muchas de sus portadas, retratos de mis hijos Miguel y Gonzalo, de mi mujer, Marta y otro mío.
He tenido el placer y el honor de disfrutar muchas tardes de conversaciones con Antonio y Mercedes, su mujer, y también con Daniel, uno de sus hijos.
El recuerdo de esos días permanecerá imborrable en mi memoria, junto con todo mi agradecimiento.
Antonio Bernal Romero (Hospitalet de Llobregat, Barcelona, 13 de febrero de1924 - Barcelona, 28 de octubre de 2013) ha sido parte esencial de mi vida (y de muchos niños en España).
Recuerdo con nostalgia como, los domingos, bajaba a la desaparecida papelería Arceiz en el pasaje Ciuvasa o a Taj Mahal y mi padre me compraba mis primeros tebeos.
Recuerdo esas hipnóticas portadas ilustradas por Bernal Romero.
Como aquella de la serie Joyas Literarias Juveniles: El buque pirata, la adaptación al cómic de Karl May, con ese marinero desembarcando en tierra sable y pistola en mano.
U otra en la que Goliath, el inseparable compañero del Capitán Trueno se balanceaba de una terrible pitón en El gigantesco Tah-Hok para la colección Súper Aventuras.
En otra de ellas, Goliath, el Capitán Trueno, perfectamente reconocible a pesar de vestir armadura y yelmo, y su amigo vikingo Gundar, se ven enredados en una tela de araña y atemorizados por una (como no) monstruosa araña (El castillo alucinante).
Había justas entre nobles que peleaban por su honor, duelos al sol en el oeste, diligencias atacadas por indios, seres extraterrestres que invadían la tierra y astronautas que partían hacía viajes interestelares.
Estas y muchas más maravillosas portadas abrían de par en par la entrada hacia mundos de aventuras, de intrigas, de viajes, de héroes y villanos, de damiselas en apuros a las que socorrer y de tiranos malvados a los que derrocar.
Bernal Romero fue en gran medida, el artífice del éxito en ventas de diferentes colecciones de tebeos y libros publicados en España en los años sesenta, setenta y ochenta. Muchas de estas colecciones se siguen reeditando hoy en día.
Pero Bernal no era solo apreciado en España. De la mano de diferentes agencias su fama traspasó nuestras fronteras para convertirse en uno de los autores más reclamados.
Siempre que conversaba con Antonio Bernal me recordaba a sus autores favoritos: los hermanos Bosch, Ángel Badia Camps, Noiquet, Jordi Longarón, Harold Von Schmidt o Charles Russell.
Y aquellos que le inculcaron la pasión por el dibujo cuando con seis años devoraba revistas (El Aventurero, Yumbo, Tim Taylor, …) en las cuales descubrió a Alex Raymond y su Flash Gordon, a Harold Foster con Tarzán o a Frank Robbins, el creador de Johnny Hazard.
Antonio Bernal también dio clases de dibujo y en el semanario Capitán Trueno Extra fue el responsable de la sección: Dibuja tú también historietas del Capitán Trueno en donde enseñaba con sencillos ejemplos como dibujar planos de viñetas de diferentes estilos, personajes, escenarios, etc.
Hasta poco antes de su fallecimiento siguió muy activo ilustrando el Jabato para una nueva colección de sus historias y realizando encargos de retratos, marinas y paisajes, cuadros del oeste, prehistoria, animales,…
También retratos, muchos de ellos como obsequio para sus amigos y fans. En mis paredes cuelgan además de muchas de sus portadas, retratos de mis hijos Miguel y Gonzalo, de mi mujer, Marta y otro mío.
He tenido el placer y el honor de disfrutar muchas tardes de conversaciones con Antonio y Mercedes, su mujer, y también con Daniel, uno de sus hijos.
El recuerdo de esos días permanecerá imborrable en mi memoria, junto con todo mi agradecimiento.