Ioannes Ensis el historiador (Moneda Única, septiembre 13)



Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás dijo: “El progreso, lejos de ser consistente en el cambio, depende de la retentividad. 
Cuando el cambio es absoluto no quedan hechos para mejorar y ninguna dirección existe para una posible mejora: cuando no se retiene la experiencia, como entre los salvajes, la infancia es perpetua.  
Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo. 
En la primera etapa de la vida la mente es frívola y se distrae fácilmente, pierde progreso al caer en la consecutividad y persistencia. 
Esta es la condición de los niños y los bárbaros, en la que el instinto no ha aprendido nada de la experiencia.” 
Por eso es importante conocer nuestros orígenes. 
Y si el peor de los males es la guerra, es imprescindible conocer los motivos que las han originado para impedir que vuelvan a aparecer. 
El horror de la guerra no soluciona conflictos, los crea, los perpetúa, los enquista.
Y para explicar la historia a través de sus guerras y de sus monstruos nadie mejor que Juan Espadas (Madrid, 1973). 
 También conocido como Ioannes Ensis, puede que sea el último bohemio madrileño. Ilustrado y romántico también es sentimental como el Marqués de Bradomín de Ramón José Simón Valle-Inclán Peña. Pintor, ilustrador, historietista, profesor y editor, el licenciado Juan Espadas es profundo conocedor de la historia antigua, especialmente de sus guerras. 
Su obra ilustra las hazañas del bravo rey celta Breogán, cuyos dominios se extendían por la actual Galicia. Según la tradición irlandesa y documentada en el Lebor Gabála Érenn (Libro de las Conquistas Irlandesas) del siglo XI, Breogán construyó en la mítica ciudad de Brigantia una torre desde la cual sus hijos, Ith y Bile, llegaban a divisar Irlanda. 
De las guerras célticas hablan esas crónicas.
Espadas también ilustra la marcha de los Diez Mil, la derrota de Ciro el Joven contra su hermano, el rey de Persia Artajerjes II, y su posterior regreso a la patria lejana y añorada. 
La obra de Espadas bebe de Anábasis, el relato original del historiador, filósofo y militar griego Jenofonte, discípulo de Sócrates
Tan magna obra sería lectura de cabecera de Alejandro Magno durante su invasión al Imperio aqueménida. Las tácticas militares, los asedios, los diferentes tipos de fortificaciones así como el armamento de la época no tienen secretos para Juan Espadas quien se vuelca en un exhaustivo trabajo etnográfico. 
La técnica empleada no puede ser más sencilla: lápiz y bolígrafo bic azul sobre cartulina de 180gramos y 15 x 10 cm de dimensiones. Pero también en cartulinas, en papel reciclado, en servilletas de bar…
Pero donde Ioannes Ensis despliega todo su virtuosismo es en el retrato.  
Ion Chaney y Boris Karloff, es decir el Fantasma de la Ópera, la Momia o Frankestein, representan la mejor tradición de la literatura y cine de terror. Ioannes Ensis recoge la esencia de unos monstruos inocentemente deformados. 
Unos monstruos ingenuamente aterradores. 
Unos monstruos caricaturizados, víctimas y no verdugos de un mundo egoísta, cruel y malvado. 
Un mundo que a pesar de la distancia temporal, queda mucho más cerca de lo que podamos creer, asentados en nuestras innovaciones tecnológicas, en nuestro consumo de masas y en estafas de tal calibre que harían sonrojar a nuestros adorables monstruos. 
Vampiros y licántropos, medusas y dragones, zombis y demonios, brujas y gárgolas, son mucho menos aterradores que siniestros personajes modernos que manejan los hilos de la economía mundial.