Se acerca el Salón del Cómic de Zaragoza.
Un evento que, gracias su organizador, el Área de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Zaragoza, ha consolidado a nuestra ciudad como una de las grandes del panorama tebeístico nacional.
El cómic, como parte de la industria de la cultura, reivindica su importancia económica.
No solo como generadora de educación o compromiso, también como forma de ocio y divertimento.
Podríamos pensar que piezas fundamentales del negocio son los autores de cómic, también los libreros y, por supuesto, los lectores.
Y lo son, por supuesto. Sin embargo en este artículo me gustaría hacer hincapié en el gran olvidado (cuando no, denostado) del sector: el editor.
El editor es el empresario coordina la edición del tebeo desde su creación hasta su impresión pasando por la distribución y el marketing.
El empresario invierte (y arriesga) en cada uno de los proyectos que lanza al mercado.
El empresario negocia (lo que puede, como puede) con todas las partes interesadas en la cadena de valor de la industria.
Es el caso de Daniel Viñuales (GP Ediciones) que publica exquisitos cómics como Blanquito dibujado por José Antonio Ávila y guionizado por el propio Viñuales.
Un cómic que debería ser lectura obligada en los colegios españoles al ser memoria vida de tiempos pasados y homenaje a grandes hombres a quienes una guerra separó de su patria.
O Víctor Romano y Óscar Senar que desde Themozero editan la revista del mismo nombre así como monográficos de autores aragoneses.
Y por supuesto, los Malavida, líderes indiscutibles de la movida aragonesa y cuya fama trasciende fronteras.
Pero el tebeo también se apunta a sinergias con otros colectivos. Como Teresa Elizande (ZAS Play) que introduce el cómic en juegos de mesa cuidadosamente ilustrados.
O Carlos Gallego (Cinemascomics.com) que busca su nicho de mercado entre los amantes del cine de animación, fantástico y, especialmente, de las adaptaciones de cómics. Emprendedores que auguran un futuro optimista a la industria cultural.
Un evento que, gracias su organizador, el Área de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Zaragoza, ha consolidado a nuestra ciudad como una de las grandes del panorama tebeístico nacional.
El cómic, como parte de la industria de la cultura, reivindica su importancia económica.
No solo como generadora de educación o compromiso, también como forma de ocio y divertimento.
Podríamos pensar que piezas fundamentales del negocio son los autores de cómic, también los libreros y, por supuesto, los lectores.
Y lo son, por supuesto. Sin embargo en este artículo me gustaría hacer hincapié en el gran olvidado (cuando no, denostado) del sector: el editor.
El editor es el empresario coordina la edición del tebeo desde su creación hasta su impresión pasando por la distribución y el marketing.
El empresario invierte (y arriesga) en cada uno de los proyectos que lanza al mercado.
El empresario negocia (lo que puede, como puede) con todas las partes interesadas en la cadena de valor de la industria.
Es el caso de Daniel Viñuales (GP Ediciones) que publica exquisitos cómics como Blanquito dibujado por José Antonio Ávila y guionizado por el propio Viñuales.
Un cómic que debería ser lectura obligada en los colegios españoles al ser memoria vida de tiempos pasados y homenaje a grandes hombres a quienes una guerra separó de su patria.
O Víctor Romano y Óscar Senar que desde Themozero editan la revista del mismo nombre así como monográficos de autores aragoneses.
Y por supuesto, los Malavida, líderes indiscutibles de la movida aragonesa y cuya fama trasciende fronteras.
Pero el tebeo también se apunta a sinergias con otros colectivos. Como Teresa Elizande (ZAS Play) que introduce el cómic en juegos de mesa cuidadosamente ilustrados.
O Carlos Gallego (Cinemascomics.com) que busca su nicho de mercado entre los amantes del cine de animación, fantástico y, especialmente, de las adaptaciones de cómics. Emprendedores que auguran un futuro optimista a la industria cultural.