Si se quiere destacar en
los negocios hay que ofrecer algo diferente.
El primer estallido zombi de 1968 provocó muchos daños.
Casi ninguna aseguradora los cubrió debido a las cláusulas limitativas.
A Michael Wooddford se le ocurrió vender seguros antirresurección. Cobertura total ante los efectos de una pandemia: infección de un miembro de tu familia, daños en el hogar o tu negocio.
Seguros contra zombis.
No parecía mala idea.
Los científicos decían que todo estaba bajo control.
La posibilidad de otra pandemia era menor del cinco por ciento.
Wooddford convenció a los directivos de su compañía de seguros que comenzaron a comercializarlos y los beneficios se multiplicaron.
Hasta que diez años más tarde la civilización de derrumbaría con una nueva pandemia zombi como relatan David Hine y Germán Erramouspe en su particular revisión de La noche de los muertos vivientes de George A. Romero (Panini, 2013).
El primer estallido zombi de 1968 provocó muchos daños.
Casi ninguna aseguradora los cubrió debido a las cláusulas limitativas.
A Michael Wooddford se le ocurrió vender seguros antirresurección. Cobertura total ante los efectos de una pandemia: infección de un miembro de tu familia, daños en el hogar o tu negocio.
Seguros contra zombis.
No parecía mala idea.
Los científicos decían que todo estaba bajo control.
La posibilidad de otra pandemia era menor del cinco por ciento.
Wooddford convenció a los directivos de su compañía de seguros que comenzaron a comercializarlos y los beneficios se multiplicaron.
Hasta que diez años más tarde la civilización de derrumbaría con una nueva pandemia zombi como relatan David Hine y Germán Erramouspe en su particular revisión de La noche de los muertos vivientes de George A. Romero (Panini, 2013).
En 2000 estalló la
burbuja que había inflado las cotizaciones de unas bisoñas empresas
tecnológicas.
Las acciones del portal de internet, Terra, pasaron de valer 11,81 euros a 157 de forma casi instantánea para desplomarse finalmente hasta los tres euros en una larga agonía de cuatro años.
La virulencia de la crisis se llevó por delante ilusionantes proyectos emprendedores como Teknoland (Éxito para perdedores, Cantolla y Díaz-Faes, Astiberri, 2012).
De la misma manera que Michael Wooddford no supo visibilizar los nuevos peligros zombis, en el mundo real los grandes inversores tampoco y saltaron de las brasas de las “punto com” para caer en el fuego de las subprimes y las inversiones inmobiliarias.
Las acciones del portal de internet, Terra, pasaron de valer 11,81 euros a 157 de forma casi instantánea para desplomarse finalmente hasta los tres euros en una larga agonía de cuatro años.
La virulencia de la crisis se llevó por delante ilusionantes proyectos emprendedores como Teknoland (Éxito para perdedores, Cantolla y Díaz-Faes, Astiberri, 2012).
De la misma manera que Michael Wooddford no supo visibilizar los nuevos peligros zombis, en el mundo real los grandes inversores tampoco y saltaron de las brasas de las “punto com” para caer en el fuego de las subprimes y las inversiones inmobiliarias.
El mundo navega por
nuevos (y desconocidos) rumbos económicos.
¿Serán los emprendedores los capitanes que lideraran el cambio hacia un futuro sostenible?
Si es así, deberán gestionar los riesgos con infinita prudencia.
Una tercera pandemia (de zombis, de tecnológicas o de suelo) quizás sea esta vez, la definitiva.
La desigualdad creciente así lo atestigua y hasta el Foro de Davos alerta de sus consecuencias.
¿Serán los emprendedores los capitanes que lideraran el cambio hacia un futuro sostenible?
Si es así, deberán gestionar los riesgos con infinita prudencia.
Una tercera pandemia (de zombis, de tecnológicas o de suelo) quizás sea esta vez, la definitiva.
La desigualdad creciente así lo atestigua y hasta el Foro de Davos alerta de sus consecuencias.