Violencia y terror en viñetas

Pigeons from Hell (Dibukks) es otra versión en cómic del relato corto homónimo de Robert E. Howard, el creador de Conan y Solomon Kane.
Los encargados de la adaptación son Joe R. Lansdale, Nathan Fox y Dave Stewart.
Un grupo de adolescentes urbanitas llegan hasta el Sur de Estados Unidos, para tomar posesión de una destartalada mansión ubicada en una antigua plantación, herencia de dos hermanas afroamericanas.
Lo que prometía ser una ilusionante aventura se torna en pesadilla tras el accidente que sufre uno de los jóvenes al venirse abajo las carcomidas escaleras que comunicaban dos estancias.
Aislados y sin medicamentos ni cuidados adecuados para el herido, una sensación de opresión empieza a acuciar a los visitantes.
La atmósfera se torna enrarecida y fenómenos extraños empiezan a acontecer.
La maldad flota en el ambiente.
El terror no se disipa saliendo de la casa. Los pantanos sureños son peligrosos.
Y no solo por los caimanes y alimañas.
El pasado de la casa se revela en flash backs y ensoñaciones.
Asesinatos, miserias y pasiones reclaman justicia.

En ocho páginas de extensión y en formato cuadrado se presenta Muñeco de trapo (como parte del proyecto de fanzines, El Posabirras del Mal) con guión de Javier Martos y dibujo de Iván RuSo.
¿Usted abriría una caja cerrada por tres candados y tres siniestros seises de distintivo?
Jack sí lo hizo.
Con funestas consecuencias.
La mayoría de la gente parece buena gente pero si les miras a los ojos te das cuenta de que muchos esconden al diablo en lo más hondo.

Un ejemplo de éxito en cuanto a financiación en masa (crowfunding) es Terapia (Libros a tu medida) del soriano afincado en Zaragoza, Carlos Bribián.
Yovane es un joven que tras la muerte de sus padres, vive solo, aislado del mundo.
El doctor Gerard, amigo de la familia, decide ayudar a Yovane y encarga el caso a su hija Sonia, una joven psiquiatra con quien Yovane deberá enfrentarse a los monstruos de su pasado.
Y como es habitual en los cómics de Bribián el sexo (erotismo) juega un papel esencial aunque en esta ocasión es difícil distinguir entre la realidad y los sueños.

El madrileño David Sánchez es el autor de Tú me has matado (Astiberri) que transcurre en un Seúl, en un futuro (no tan) lejano.
Cuando las ratas de laboratorio no son suficientes para alcanzar los objetivos marcados por la ciencia, la moral se resquebraja y los principios se quiebran.
Los seres humanos no son más que cobayas, insectos que acuden a la luz del reclamo sexual. Enfermos mutantes que se prostituyen por un chute de heroína.
Pacientes deformados en aras de la pagana religión que tornan sus nombres por numeraciones en terribles experimentos.
El desgraciado y enamorado Chin Hwa ya no es Chin Hwa.
Es tan solo número tres.
Pobre miserable, llamar al paciente por su nombre ni siquiera figura en el contrato.
Misteriosos médicos y sórdidos camellos se entremezclan en sorprendentes recovecos de un guión al que se suman bebés monstruos de piel verde y gigantescos labios alienígenas ávidos de energía sexual.
Amable lector le pido disculpas.
Por favor déjeme que le explique...
Por favor, solo le pido que me escuche.
En realidad yo he venido a proponerle un trato.
¿Me entiende?
Usted me entiende ¿verdad?

Kick-Ass 2 Preludio: Hit-Girl (Panini) es la precuela de Kick-Ass inevitablemente impulsado tras el éxito de sus versiones cinematográficas.
Mark Millar (guión) John Romita Jr. (lápiz), Tom Palmer (tinta) y Dean White y Michael Kelleher (color) no dejan títere con cabeza en uno de los cómics más gamberros y violentos de los últimos años.
Mindy McCready (Hit-Girl) intenta hacer caso a sus padres adoptivos y no golpear, disparar, apuñalar ni masacrar a todo delincuente que se le ponga por delante.
Ella quiere ser lo que todos esperan que ella sea: estudiosa, coqueta, elegante y frívola.
Pero no será fácil. Las burlas de sus compañeras pueden herir más que las navajas de atracadores y maleantes.
Ella es Hit-Girl y nada podrá cambiarlo.
Y, como no podía ser de otra manera, empatizamos al instante como la pequeña Hit-Girl.

Los muertos vivientes (Robert Kirkman y Charlie Adlard, Planeta deAgostoni) han asolado el planeta.
No queda vestigio alguno de la civilización.
Unos puñados de harapientos se esfuerzan en sobrevivir en un mundo en donde la muerte acecha en cada rincón.
¿Por qué los zombis han arraigado en nuestro imaginario colectivo con más fuerza que otros tenebrosos seres más glamurosos como los vampiros?
Porque realmente no son los zombis el enemigo a batir.
Los zombis matan por instinto.
Sin embargo hay seres humanos que asesinan por maldad.
En el cómic los ejemplos se suceden.
Como en la vida real.
¿Ciencia ficción o cruel metáfora?

En un artículo sobre terror y violencia no puede faltar la guerra.
El español Iván Fernández dibuja Star Wars: Darth Vader y el noveno asesino (Planeta deAgostini).
Tras Star Wars: Episodio III, La venganza de los sith, las Guerras Clon han llegado a su esperado final.
La galaxia entera está bajo el gobierno del emperador Palpatine y su aprendiz, Darth Vader.
Pero unos pocos lucharán contra la tiranía del Imperio Galáctico.
Toda la crudeza de la I Guerra Mundial se describe en La muerte blanca (Planeta de Agostini) de un sólido Robbie Morrison y un innovador Charlie Adlard.
Como ya adelantara Juanfer Briones en El renegado (Gp Ediciones), el segundo volumen de su saga templaria: el frío corta más que la espada.
En este caso los aludes de las montañas italianas son más mortíferos que el fuego de granadas y el gas mostaza enemigo.
Moneda Única, julio, 2014