Moneda Única, noviembre 2015 |
Nuestras universidades, sin embargo, los preparan mejor en conocimientos técnicos, habilidades para trabajar en entornos multiculturales y multidisciplinares y orientación a resultados.
A pesar de todo, no parece que una empresa que requiera contratar a un profesional pueda prescindir de estos atributos.
¿Cuál es el problema, entonces?
A lo mejor el cambio debe darse en la propia mentalidad del alumno que complemente la formación recibida con otra también necesaria para ser capaz de generar valor profesional y de esta manera optar a un puesto de trabajo de mayor calidad.
Por ejemplo, el hecho de habituarse a leer prensa económica le ofrece una conexión entre la teoría impartida en clase y la realidad diaria así como el dominio de la jerga técnica. O asistir a eventos, jornadas y conferencias profesionales más allá del ámbito académico.
La oferta es generosa y variada en este aspecto siendo muchas de ellas gratuitas incluso.
La reducida movilidad geográfica es otro de los inconvenientes
El 70% de los recién titulados son contratados por empresas de región de la universidad en la que estudiaron.
Encabeza esta clasificación la Universidad de Gerona con el 100% de sus alumnos trabajando en compañías catalanas.
Le siguen La Laguna (99%), Las Palmas de Gran Canaria (98%) Lérida (95%) y Málaga (93%).
Las más dinámicas en este sentido son Navarra (34%), León (50%), Salamanca (54%) y Cantabria (62%).
Promover la movilidad geográfica de los recién titulados facilitaría un mayor acceso al mercado laboral y aumentaría las oportunidades de empleo. Este estudio no contempla las salidas laborales fuera de España pero sus datos ponen en tela de juicio lo que se ha vendido como éxodo del talento español a Alemania y otros países cuando realmente se circunscribe a unas pocas titulaciones y unas pocas universidades.
El empleo se concentra en unos pocos sectores
Las pocas empresas que han contratado recién titulados en los últimos años, fueron empresas de más de 1.000 trabajadores y fundamentalmente en sectores como Información y comunicaciones, Actividades profesionales, científicas y técnicas, Educación, Actividades sanitarias y Servicios sociales y Actividades financieras y de seguros.
A pesar de todo, la rigidez del mercado laboral es el gran inconveniente para que el talento de nuestros jóvenes se desperdicie y ni ellos encuentren trabajo ni las empresas se beneficien de ello.
Los jóvenes entran en competencia directa con los trabajadores antiguos cuya sustitución por los jóvenes se hace gravosa en términos de indemnización por despido.
Cambiar las leyes supone una modificación de las reglas de juego injusto para el que lleva buenas cartas.
Los trabajadores antiguos las tienen y la partida todavía no ha acabado por lo que no se puede volver a repartir.
La única manera de permeabilizar el mundo laboral para permitir su entrada a los jóvenes es negociar con los antiguos más allá de las condiciones salariales (accesibilidad, teletrabajo, horarios, reducción de jornada, remuneración variable o en especie, reconocimiento…)