Actualidad de las empresas aragonesas |
Jean Yves Mitton |
La tregua entre vikingos y cristianos se ha roto.
Los bárbaros del norte arrasarán el estuario del Sena sembrando el terror en tierras francesas.
Iglesias, conventos, pueblos y castillos serán devorados por las huestes del imberbe príncipe vikingo Leif de Trondheim, el indómito, obtuso, irritable e ingenuo cual toro bravo, Rollon y el abyecto y calculador chamán Algardun, sus respectivos valedores en cuestiones guerreras y políticas.
El novicio Bartholomée fue abandonado de recién nacido ante la puerta de la abadía de Saint Joseph du Havre, a tan solo dos días de camino de París, la capital.
Toda su infancia ha transcurrido bajo el cobijo de los monjes, entre maitines, laudes y vísperas, entre rezos y el temor a los pecados de la tentación de la carne.
Sin embargo el Infierno se encontraba más cerca de lo que el niño expósito pensaba.
Una razia vikinga masacrará a todos los frailes.
Bartholomée inicia una huida hacia ninguna parte pues en todas sus etapas se encuentra de bruces con la destrucción de todo el orden establecido.
La civilización occidental basada en la hegemonía de la nobleza con la connivencia de los religiosos se desmorona en una orgía de fuego y sangre.
Las noticias de las depravadas torturas a la que se ven sometidos todos los habitantes de la campiña francesa se propagan como el viento.
Corren incluso rumores que los cuernos de los cascos de los vikingos no son postizos sino que nacen de las cabezas de los sádicos guerreros del Norte.
Y sin embargo, a pesar del horror, las miserias no distinguen entre nobles o aldeanos, sacerdotes o mendigos.
Una historia de pobres diablos que corren hacia su cruel destino.
Como el pintarrajeado Carlos III de Francia que se inclina humillado ante los gentiles señores nórdicos e implora lloriqueando clemencia para él y para sus buenos súbditos, temerosos de Dios… y de Odín y Thor.
Una historia que entroniza la violencia no como modo de supervivencia sino de estilo de vida.
Las crueles costumbres vikingas surgen de los fríos fiordos y sus férreas creencias de honor y de fe ciega en su líder.
El Nörglaw refuerza al caudillo que porte el yelmo sagrado pero gobernar requiere la conquista de tierras, riquezas y esclavos.
Las intrigas para conquistar el poder no se diferencian tanto entre paganos y cristianos.
A fin de cuentas, ni sacerdotes ni chamanes están hechos para creer sino para hacer que los demás crean, le confesará Algardun a Bartholomée
Tras narrar las aventuras de Julio César (Vae Victis), del rey de los hunos (Atila) y de la joven princesa india Maiana en tiempos del Descubrimiento de América (Quetzalcoatl), Jean-Yves Mitton nos sumerge ahora en una de las culturas que más han inspirado el imaginario popular europeo, los vikingos, a cuyos guerreros acompañamos tanto por tierra como por mar, en busca de nuevas tierras que saquear.
Crónicas Bárbaras (Yermo ediciones) es un integral que recopila los números uno a tres de la saga.