La barcelonesa editorial Yermo liderada por Carles Miralles nos ofrece suculentas novedades este mes como la primera entrega de Metabarón, la nueva saga ambientada en el universo creado por Alejandro Jodorowsky en El Incal y La casta de los Metabarones.
A los lapiceros se encuentra Valentin Sécher (Khaal: Crónicas de un emperador galáctico) digno sucesor de Juan Giménez. En tono ecologista, Rey Oso (Mobidic), dibuja el choque entre la naturaleza y el ser humano.
¿Será posible la coexistencia entre todas las especies que pueblan el planeta?
Desde Italia llega Las espadas de cristal (Sylviane Corgiat y Laura Zuccheri), fantasía y la ciencia ficción a partes iguales, venganza y pasión en un mundo al borde del apocalipsis.
La segunda y última entrega de Lanfeust de las Estrellas (Arleston y Tarquin), la secuela a la Lanfeust de Troy viajes en tiempo y el espacio en la búsqueda del amor perdido.
El idioma es la esencia de la personalidad de las personas.
Así lo piensa el célebre poeta palestino Mahmud Darwich.
Y de palabras disparatadamente dispersadas se llena El piano oriental (Zeina Abirached) que Planeta Cómics presentó en el reciente Salón Internacional del Cómic de Barcelona.
Personajes y objetos que se encaraman en los bordes, bocadillos que se entremezclan.
Todo bien arrejuntado, bien abigarrado, bien “preto”.
Tantos detalles a los que prestar atención en una sinfonía luces y sonidos, de líneas cinéticas onomatopeyas.
Minimalismo no, gracias.
Algún mueble blanco recortado en la escena, algún horizonte blanco que se asoma entre las persianas.
El negro es la base y el blanco cumple su función de definición de ideas y caracteres.
Muchas veces el texto no es negro y los bocadillos no son blancos.
Personajes que pululan entre las viñetas y entre todas ellas forman un marco que da sentido a la página en su totalidad.
Los márgenes mecen a los dicharacheros protagonistas.
La historia los envuelve a modo de caja de ritmos que acompaña a la melodía principal.
Scroitch, scroitch, chirrian los zapatos recién estrenados a cada paso que dan.
Que placer sentarse en la mesa y escribir (scritch, scritch) mientras contemplas tu nuevo y deslumbrante tarbush.
Que orgulloso se muestra Abdalah de su piano bilingüe que habla en francés y árabe.
Gran bola de helado (Conxita Herrero) de APA-APA nos regala un cómic que desborda el universo de las viñetas fuera de todos los límites (físicos o mentales: rostros sin ojos, con narices ennegrecidas circulares o triangulares, esposos diminutos, gaticos y fantasmas.
Perspectivas, ángulos y puntos de vista imposibles se entremezclan con diálogos son secos y directos y reflexiones largas y sesudas.
No hay reglas.
El metalenguaje se exhibe para que el lector construya su propio relato.
Y no será difícil ya que las situaciones (reales o ensoñadas) son cotidianas.
Daniel Viñuales y GP Ediciones nos invitan a sumergirnos en un mundo rosa chicle en Gummy Girl (Isa Ibaibarriaga).
Enola es una colegiala como otra cualquiera.
En plena pubertad no encuentra su sitio en el mundo.
Es una persona invisible.
El guapo de la clase y la chica más popular ignoran su existencia.
Por no hablar de los cretinos que la incomodan.
Un hastío insoportable envuelve su vida.
Hace diez años una elegante y misteriosa mujer le entregó un regalo que solo podría abrir cuando cumpliera dieciséis años.
Hoy es el día.
Y todos sus deseos empezarán a cumplirse.
El feo, cegato y anodino gusano de seda se convierte en deslumbrante mariposa.
Pero todas las actuaciones en la vida tienen consecuencias.
Algunas serán terroríficas.
¿Serán reales o soñadas?
A los lapiceros se encuentra Valentin Sécher (Khaal: Crónicas de un emperador galáctico) digno sucesor de Juan Giménez. En tono ecologista, Rey Oso (Mobidic), dibuja el choque entre la naturaleza y el ser humano.
¿Será posible la coexistencia entre todas las especies que pueblan el planeta?
Desde Italia llega Las espadas de cristal (Sylviane Corgiat y Laura Zuccheri), fantasía y la ciencia ficción a partes iguales, venganza y pasión en un mundo al borde del apocalipsis.
La segunda y última entrega de Lanfeust de las Estrellas (Arleston y Tarquin), la secuela a la Lanfeust de Troy viajes en tiempo y el espacio en la búsqueda del amor perdido.
El idioma es la esencia de la personalidad de las personas.
Así lo piensa el célebre poeta palestino Mahmud Darwich.
Y de palabras disparatadamente dispersadas se llena El piano oriental (Zeina Abirached) que Planeta Cómics presentó en el reciente Salón Internacional del Cómic de Barcelona.
Personajes y objetos que se encaraman en los bordes, bocadillos que se entremezclan.
Todo bien arrejuntado, bien abigarrado, bien “preto”.
Tantos detalles a los que prestar atención en una sinfonía luces y sonidos, de líneas cinéticas onomatopeyas.
Minimalismo no, gracias.
Algún mueble blanco recortado en la escena, algún horizonte blanco que se asoma entre las persianas.
El negro es la base y el blanco cumple su función de definición de ideas y caracteres.
Muchas veces el texto no es negro y los bocadillos no son blancos.
Personajes que pululan entre las viñetas y entre todas ellas forman un marco que da sentido a la página en su totalidad.
Los márgenes mecen a los dicharacheros protagonistas.
La historia los envuelve a modo de caja de ritmos que acompaña a la melodía principal.
Scroitch, scroitch, chirrian los zapatos recién estrenados a cada paso que dan.
Que placer sentarse en la mesa y escribir (scritch, scritch) mientras contemplas tu nuevo y deslumbrante tarbush.
Que orgulloso se muestra Abdalah de su piano bilingüe que habla en francés y árabe.
Gran bola de helado (Conxita Herrero) de APA-APA nos regala un cómic que desborda el universo de las viñetas fuera de todos los límites (físicos o mentales: rostros sin ojos, con narices ennegrecidas circulares o triangulares, esposos diminutos, gaticos y fantasmas.
Perspectivas, ángulos y puntos de vista imposibles se entremezclan con diálogos son secos y directos y reflexiones largas y sesudas.
No hay reglas.
El metalenguaje se exhibe para que el lector construya su propio relato.
Y no será difícil ya que las situaciones (reales o ensoñadas) son cotidianas.
Daniel Viñuales y GP Ediciones nos invitan a sumergirnos en un mundo rosa chicle en Gummy Girl (Isa Ibaibarriaga).
Enola es una colegiala como otra cualquiera.
En plena pubertad no encuentra su sitio en el mundo.
Es una persona invisible.
El guapo de la clase y la chica más popular ignoran su existencia.
Por no hablar de los cretinos que la incomodan.
Un hastío insoportable envuelve su vida.
Hace diez años una elegante y misteriosa mujer le entregó un regalo que solo podría abrir cuando cumpliera dieciséis años.
Hoy es el día.
Y todos sus deseos empezarán a cumplirse.
El feo, cegato y anodino gusano de seda se convierte en deslumbrante mariposa.
Pero todas las actuaciones en la vida tienen consecuencias.
Algunas serán terroríficas.
¿Serán reales o soñadas?